Capítulo 1

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NOTA :Esta historia está sin editar, encontrarás en ella errores de ortografía y gramaticales. Si deseas hacerlo saber, por mi no hay problema, pero sé que están allí. En cuanto tenga oportunidad la corrijo, agradezco mucho su apoyo incondicional, que  aún con mis errores, ustedes me lean y apoyen. 

Los gritos de auxilio son aterradores, las voces de mis hijas y mi esposa pidiendo ayuda, llamándome, luego… rogando que les mate de una vez por todas, me persiguen en sueños. Es siempre el mismo sueño, un camino oscuro se cierne ante mí, en el fondo, figuras y una luz detrás de ellas.

Las conozco…

Son mis niñas y esposa, tienen ropas de dormir y corro hacia ella feliz, por saberlas con vida, una vez estoy cerca sus cuerpos, ellas empiezan a brotar sangre, de sus pechos, entrepiernas y sus ojos...

Sus bellos ojos, son solo seis pares de cuencas oscuras.

—¿Qué desean de mí? —pregunto cuando encuentro el valor, porque nunca he dado para decir o hacer nada, no en sueño y su agonía me dice, que no les permiten cruzar.

Es mi amada Agatha la que se acerca, cierro los ojos al verla como la última vez, cuando fui a reconocerla en esa morgue fría. Empiezo entonces a escuchar esos audios, por todos lados, una y otra vez, cubro mis oídos, intentando dejar de escuchar esa grabación, son ellas siendo torturadas.

Quiero que paren, necesito que cesen, no quiero escucharlo más, sus gritos desgarradores mientras la pinza apretaba su pezón, la voz de ese malnacido, describiendo lo que hacía a los otros cuatro. Al no soportarlo más, mi cuerpo cae con violencia al suelo y mis espasmos de dolor son cada vez más fuerte, estoy sintiendo su dolor, su miedo.

Ágata toma mi mejilla me calma, me consuela, al escuchar su voz como la recuerdo abro los ojos, sin poder creer que ese ser pálido y carente de ojos sea mi hermosa esposa. De pronto se transforma y está ante mi tal cual la vi la última vez, con su vestido de flores amarillas y naranjas, sonríe, el dolor es cada vez más fuerte y ruego una vez otra vez que paren, vuelvo a preguntar.

—¿Qué desean de mí? —mi voz suena rota, al no soportar ese dolor y ella se acerca a mí, como si deseara contarme un secreto y estoy a la expectativa de lo que me dirá.

—¡Justicia! —repite y las miro en silencio a todas que están alrededor de mi cuerpo inerte en el suelo —¡Justicia!!Justicia! —repiten una y otra vez.

Despierto con todo mi cuerpo bañado en sudor y la sensación de pesadez en todo mi cuerpo, miro la luz de mi reloj en la mesita de noche, tres de la mañana. Sé que esa hora no es al azar, evito mirar a cualquier lugar en particular, han pasado muchos meses desde que salí de prisión, pero sé que están allí, observándome, con su cuerpo maltrecho y triste, no tienen ojos, pero yo puedo sentir su tristeza. 

Vivo en un rancho lejos del pueblo, en territorio indígena, ha pertenecido a mi familia por años, solía tener un hogar, pero eso cambió un día. Ese maldito día, en que viajé a la venta de unas reses y tuve que quedarme, no pude concretar la venta y me tocó esperar a otro comprador, devolverme con ellas era imposible.

Debí prever que eso sucedería, el comportamiento de ella debió alertarme que esa religión era extraña. Hoy dos años después, entiendo que quizás ese comprador nunca existió y que todo fue planeado para alejarme de ellas, era la única manera de que entraran a robarme y las dañara. Si bien, ella era muy unida a esa religión me amaba, y escuchaba mis consejos, debí prohibirle que fuera a ese lugar.

¿Cómo puede ser malo algo que viene de Dios? No sabía, aún hoy no lo tengo claro, el tipo de religión a quien ella acudía. Lo único que tengo claro, es que no era de ningún ser superior, y que sus creadores, no eran más que bandidos, asesinos y violadores.

CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora