Capítulo 18

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Jade

Sé que no me ha creído pese a hacer todo lo posible para hacer de mi relato lo más natural posible. Todo indicaba que Shark estaba entre los restos encontrados, pero me negaba a manchar su nombre. Si de mi dependía, Shark sería inocente y jamás sería señalado de nada.

Klain se ha ido a acompañar a su amigo al auto, Francesca su esposa juega con April y con Ian, su último hijo. Regreso al jardín sin ser vista, necesitaba algo de paz, un momento de soledad para empezar a tejer mis próximos movimientos.

No era simplemente mentir, Shark me lo hizo saber, era hacer coincidir una mentira con otra, no debía existir dudas de ninguna clase. "—Si la policía encuentra en tu relato inconsistencias revisaran tu vida al detalle y no queremos eso —". Recuerdo que me dijo meses antes, cuando empezamos a salir los tres como familia. En aquel entonces yo empezaba a sentir algo por él, y cada que fingía ser mi esposo en público afectaba mi sistema nervioso.

Observó la nieve caer, y me acomodo el abrigo cubriendo mi cuello. Me quito el gorro y dejó que mis mejillas reciban las caricias de los copos de nieve que caen. Mi ropa oscura empieza a cubrirse por pequeños cristales blancos. Cierro los ojos al recordar como empezamos a notar que existía química entre los dos.

Flash Back

Shark llevaba un mes trabajando en esa iglesia, su jefe inmediato, un hombre del que solo me había dicho, se llamaba Ezra quería conocer a su familia. Nos había invitado el domingo a verle, porque según él quería bendecir nuestro hogar.

Hace una mueca de disgusto al terminar. De las pocas cosas que he aprendido de él, es que no es muy devoto. Creo que nadie en estos momentos le juzgaría, conociendo su vida, es apenas lógico.

—¿Qué le dijiste? —le pregunté por fin —no me gusta mentir, aunque toda esa iglesia es una mentira.

Recojo los platos y los voy llevando al fregadero, enciendo la hornilla con la tetera y saco la taza de té. Suele tomar todas las noches una mezcla de plantas algo extrañas que le permiten dormir. Una vez el fuego ilumina el recipiente, regreso al fregadero.

—Sé que es incómodo fingir ser mi mujer, sobre todo por mi comportamiento —escucho su voz detrás de mí, por lo que sé está recostado a la barra del bar. —soy un poco... Tosco.

Sonrió, porque es una forma suave de decirlo, su comportamiento dentro de la casa es asocial, no suele hablar conmigo, salvo que tenga algo que decirme o una orden que dar. Delante de la niña, es otro hombre, ríe con ella y hasta juegan juntos, le cuenta un cuento antes de dormir. Es, en resumen, un padre. Conmigo la historia se narra distingo, es tosco, grosero y nada amable en algunas ocasiones.

—Sé que no le caigo bien, y porque —respondo y solo escucho su risa.

—La señora parece saberlo todo me dirá ¿Por qué según ella me cae mal?

No giro hacia él, no quiero ver su mirada intensa puesta en mí, fría y carente de cualquier empatía. Es simple, pienso al escuchar el sonido de la tetera, por Roy, también por como usaba a la niña para robar. Me acerco a la hornilla para apagarla, no sé cómo sucede, pero en segundos el paño con el que pretendo bajar la tetera se incendia y al sacudirlo una chispa cae en mi vestido. Las llamas inician en el encaje de la cintura, retrocedo sacudiendo mis manos en mi vestido. Siento unas manos tomar la falda de mi vestido y tirar de ella con fuerza, segundos después hace pedazos la parte superior de mi vestido y lo lanza al suelo. Pisa rápidamente con sus botas el fuego, lo apaga y luego me mira con enojo.

—¿Acaso eres estúpida? —espeta —¿Por qué no haces las cosas bien?

Mi cerebro está procesando muchas cosas al tiempo, él me está gritando, mi ropa se incendió, él la hizo pedazos en segundos y por último estoy casi desnuda ante él. Sus ojos viajan a mis senos, luego a mi cintura, baja hasta llegar a mis pies, para regresar con el mismo escaneo. Mi piel hormiguea al ver su rostro cambiar, ante lo que tiene frente así. Se quita la camisa y me cubre rápidamente.

CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora