Capítulo 28

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Shark

Una hora después...

Avanzo en la patrulla en silencio, los uniformados solo ven por el espejo de vez en cuando en mi dirección, mientras yo solo observo las calles. Recordando cual fue la última navidad que la pasé feliz, libre de problemas o de odios. Ese diciembre en que todo ocurrió teníamos muchos planes, mis hijas hacían ese calendario lunar que solo eran previos a su regalo de noche buena.

Fue lo que hice con April, un acto parecido en donde pedía a la luna su regalo y ella se lo decia a papá Noel, ya que yo no estaría (supuestamente) en esa época, era Fabián el encargado de darla.

April había pedido conocer mi casa, el lugar en donde crecí y pasar navidad allí, quería un árbol de navidad, una chimenea en donde colgar la media, para que papa Noel pudiera dejar allí su regalo, un hermanito porque no tenía   con quien jugar ya que Sasha le había dicho que pronto se iría para siempre.

La lista de April era bastante extensa, y hoy veía con nostalgia, que solo pude cumplirle en su hermanito, pues no tenía idea de donde se encontraba ella y su madre. Nos detenemos en el departamento de policía y en la entrada se encuentra ese agente joven, avanza hacia nosotros y ordena quitar las esposas.

—Ubíquenlo en un lugar seguro y solo —dice y ambos hombres asienten —Walker necesita hablarle.

No pregunto las razones y los uniformados parecen que no les importan, entro a la estación, soy conducido a una celda en un costado de la estación y me piden entrar.

—De lo único que pueden acusarme los Gales, es de destruir su jardín — digo a los oficiales una vez me dejan en la celda.

—No des problemas —me advierte uno de ellos cerrando la reja y le sonrío.

—Jamás lo doy, yo no los busco... Ellos parecen amarme —el oficial niega, sin embargo, sus labios esbozan una media sonrisa.

Apoya su cuerpo en las rejas de la celda y se queda allí un instante, lo miro confundido hasta que descubro lo que sucede. Un hombre vestido con túnica blanca, sandalias romanas y un cordón dorado cruzado a la altura de su cintura pasa esposado y escoltado por dos oficiales. Tiene el cabello corto y ya no luce negro, ahora es castaño. Mientras yo en mitad de la celda, veo por primera vez frente a frente, al maldito que dañó a mi esposa y a mis hijas. Gira su cabeza hacia mí y sonríe, sin importar que los uniformados lo estén viendo.

Debo admitir hay algo mío en él o viceversa, si ambos nos esforzamos en vestirnos igual, podríamos pasar por gemelos, con algunos detalles de diferencia. Por extraño que parezca mi cuerpo no reacciona de manera negativa, no hay deseo de matarle no, en ese instante. Sé que Giacomo se va a encargar de eso y mejor que yo. Entra a la celda de al lado y avanza hacia la reja que nos divide. Los oficiales están cada uno con la llave de las rejas en la mano, pese a estar cada uno en lugares distintos y es imposible dañarnos mutuamente.

—Shark Dewand Benally.

Pronuncia mi nombre con desdén, al tiempo que mete sus brazos dentro de la reja y me observa detenidamente. Jamás hemos estado frente a frente, aunque quizás el me haya visto más de cerca, tuvo que hacerlo, para poder hacerse pasar por mi sin esfuerzo. Así que, el único que estuve en desventaja siempre, fui yo.

Hasta ahora.

—Hijo de Kendal Dewand, el hombre más peligroso de la zona Este —sigue sonriendo.

Retroceso un poco encontrándome con una escuálida cama y me siento en ella. Apoyo mis codos en las piernas y lo observo en silencio. Está empleando el mismo tono de mi voz y hasta ademanes no sé, si con intención o lo hace por la fuerza de la costumbre. Han sido once años fingiendo ser un hombre que no es, que quizás ha terminado adoptando los mismos gestos.

CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora