Capítulo 20

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Montserrat

Entré a la habitación y Shark está dormido, doy algunos pasos y miró su historial clínico. El hombre tiene la fuerza de un caballo, y la resistencia de 10 hombres, saltar de un segundo piso, con su cuerpo en llamas y estar vivo. Solo hace alguien que tiene pacto con el Diablo, solía hablar solo en algunas ocasiones, Fabián decía que tenía el poder de hablar con sus antepasados y que eso pocos hombres lo hacían.

Era una costumbre que se ha perdido y que, en él se debía a lo arraigado a sus costumbres. Meto la mano al bolso y buscó la jeringa, cuando la puerta se abre. Giró para encontrarme con Fabián en pie mirándome con sorpresa.

—¿También te llamaron? —me pregunta.

Inicialmente no sé qué responder, no veo en sus ojos algo que me diga que está mintiendo o actuando, pero tengo muchas dudas de su presencia allí. No sé porque lo tiene como cuñado, solo sabía que conocía a Shark del pueblo y que eran de la misma raza. Me aclaro la garganta al ver que está en espera de mi respuesta y sonrió.

—Le prometí a Jade que lo buscaría entre mis colegas, me llamaron hace unos minutos —respondo —acabo de terminar turno nocturno.

—Con razón —dice y sonríe, sus ojos achinados desaparecen prácticamente con ese gesto—no te ves nada hermosa —señala mi cuerpo y asiento —¿Puedes resumir como esta? No he podido hablar con el médico, acabo de llegar.

Leo el informe con rostro neutral, le digo sonriente que su estado, aunque crítico es estable. Se recuperaba de forma rápida y eso era sorpresa para los médicos, quienes me habían dicho, era un verdadero milagro que estuviera vivo. Sonrió pese a que interinamente estoy gritando de frustración y Fabián me dice que esperara que despierte para que le diga que hacer. Aún no llamara a su esposa, porque duda en que sea buena idea.

—¿Por qué lo dices?

—Si quisiera que ella supiera, hubiera pedido que la llamaran a ella y no a mí—se encoge de hombros y yo asiento porque él tiene razón me incorporo en la silla y el hace lo mismo —¿Te llevo?

—Llegué en auto —sus ojos muestran sorpresa y sonrió —Paola y yo compramos uno...

—La prensa dice que está desaparecida —habla más para sí —imagino está asustada, no debe ser fácil siendo hija de la víctima.

No respondo, no sé dónde está ella y él tiene razón, le doy una última mirada a Shark, me despido de él y me pide hacer el turno de la tarde. En caso que Shark no despierte, sedado, es más fácil su recuperación, aceptó gustosa, salgo de la habitación y le envió un mensaje a Roy.

—No pude, pero lo haré esta tarde. Fabián tiene pacientes que atender y pidió que cuidara de mi ex jefe —sonrió al darle enviar y guardo el móvil en mi bolsa.

Salgo por los lados de urgencias por donde entré, he dejado el auto a algunos metros del lugar. Tomando las medidas que Roy me ha dicho y una vez dentro intento encenderlo, sin éxito, reviso la gasolina y tengo el tanque lleno. Vuelvo a insistir y enciende al tercer intento, ya en la autopista mi móvil suena y descuelgo sin mirar por los manos libres, creyendo que es Roy.

—Hola cielo—saludo sin dejarlo hablar.

—Montserrat —escucho una voz que conozco bien —¿Recuerdas que he dije que todos iban morir? —guardo silencio la voz de Shark es ronca y un poco baja. —hay bandos en esta historia, el que no está conmigo, está en contra... Y si estas en contra, mueres...

—¿Tu desapareciste a Paola? —le grito e intento ñ frenar el auto, pero me es imposible. —al igual que a los demás...

—Paola, supo de qué lado ubicarse, es una lástima que siguieras a tu corazón. El mio ya no late Mont, y por eso pude llegar a buen fin... Yo estoy muerto y los muertos no sienten... —cuelga la llamada e intento marcar a Roy.

CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora