Capítulo 23

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Veterinaria.

1 de diciembre, 15:30.

Tres hombres entran al pequeño apartamento esa tarde, una hora después de la llegada de Fabián y cuando éste ya se había ido. El que se presentó como Chuck Walker debía tener unos 45 años, quizás más, algo más bajo que yo, cabello rubio al igual que sus cejas, ojos celestes y marcadas líneas de expresión, que dan cuenta no sólo de su edad, también que es alguien acostumbrado a sonreír, aunque en estos momentos no lo haga. Parece enojado, lo sé porque sus labios hacen en este instante una fina línea haciendo que la parte superior de ellos desaparezca por completo.

El segundo, Carlos Vázquez era trigueño, latino por lo que a podía notar, ojos color miel, la vanidad hacia parte de él. Con buen cuerpo y traje a la medida, ademanes finos y comportamiento de alguien refinado, daban la impresión de ser alguien de dinero. El traje, reloj y zapatos lo podrían ubicar como alguien de dinero o que por lo menos se esmera mucho en parecerlo. Su reacción al verme fue de alivio y aseguró estar feliz por saber que estaba bien, que no tendrían problemas con Barrymore, su jefe (sin aclarar a qué se refería).

El tercero el que se presentó como Marcus, era casi tan alto como yo, de aspecto delgado y escuálido, llevaba unos lentes de aumento que dolía la vista solo verle. Vestía, al igual que el latino elegante y este en éste era obvio que si tenía dinero y no era simplemente por su ropa (que era costosa, pero sin llevarlo a la excentricidad). También por la manera de comportarse, su permanencia en pie o sus manos con ausencia de callosidades.

Sin embargo, era su mirada la que me creaba intriga, inquieta e iba de un lado a otro rápidamente, conservaba el comportamiento de alguien que lleva a cuesta mucho dolor, lo reconocí como mi sentimiento en los primeros meses de muerta mi familia y el que aun sentía en algunas ocasiones.

—Señor Dewand, me alegra saber que está usted bien —es Walker el primero que extiende su mano hacia mí y la estrecho.

Tengo los ojos puesto en el chico de unos 26 años, que llevaba su mano a su pretina ante cualquier ruido. Walker nota mi incomodidad y sigue mi mirada, suelta el aire mirando a su compañero que de pronto se da cuenta que está llamando la atención. Mueve sus brazos, estira sus dedos una y otra vez hasta que recobra el control de su cuerpo. La manera de manejar el estrés, lejos de aliviarme me preocupa más, Jade y April estaba en manos de ese hombre.

—Igual yo —respondo alejando la mirada del hombre y su comportamiento extraño. —Kya, lamento lo ocurrido.

Tengo especial cuidado en verla de más, porque noto la molestia de su esposo es conmigo y su mujer.

—Shark ¿Seguro este es un buen lugar? —su rostro preocupado observa con atención todo el sitio.

No es lujoso, aunque si cómodo, caliente y seguro, algo que pocas personas tienen en este invierno. Sonrió hacia los dos compañeros de Walker quien lucen divertidos ante la escena de celos de su amigo. Kya es una mujer hermosa 35 años, de cuerpo bien formado, ojos oscuros y mirada decidida. Tiene un atractivo único, pese a no ser una femme fatal.

Kya sobresale entre las demás por su andar firme y mirada segura, por su gallardía ante la vida y porque nunca se rinde.

—Estoy bien —la calmo— es de momento, un buen lugar...

Chuck, me observa aun con esa mirada de reproche, al tiempo que su vista aguda repara en todo el lugar. Tengo lo mejor de mi hogar en ese apartamento, cada cosa en este sitio, encierra muchos recuerdos.

—¿Por qué no ha llegado con su esposa? —me pregunta el chico más joven, Marcus, creo es su nombre —no la está pasando bien y corre peligro, tanto ella como usted.

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