Natasha shevchenko de 26 años y Laura shevchenko de 25 años dos hermanas con un duro pasado , se mudan a Los Santos. Las hermanas estudiaron ingeniería mecánica llegando a ser profesionales. Natasha (tu) es la herman mayo teniendo un año más tiene e...
Me desperté lentamente, me duché y me vestí con algo sencillo.
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Terminé de cambiarme, desayuné y me fui al trabajo en moto. Hoy mi hermana no podía ir a trabajar, ya que tenía que hacer otras cosas. Al llegar, saludé a mis compañeros y empecé a trabajar. Después de un rato largo, era mi tiempo de descanso. Me senté en una mesa que había, y noté como alguien se me acercaba. Era Armando.
—¿Qué tal estás por lo de ayer? —me preguntó con la misma sonrisa de ayer.
—Pues muy bi... —unos gritos afuera nos llamaron la atención.
Salimos afuera y nos encontramos con algunas policías y algunos mecánicos. Armando comenzó a tranquilizar todo y les dijo a los demás mecánicos que se fueran. Solo quedaban dos policías, yo, Armando y Yun. Me puse a un lado de Armando.
—¿Y esta muñeca de dónde la habéis sacado? —preguntó desafiante. Yo me había acabado acostumbrando al apodo y me puse delante de Armando y Yun.
—Mira, me da igual que seas el rey de la ciudad, primero no me llames muñeca o te parto la cara, y segundo, para tu información, me llamo Natasha Shevchenko, y si no te vas del mecánico, te echo yo con la llave inglesa —dije tan seria que noté cómo tragaba seco.
—Vale, niña, pero me voy poniéndote una multa de mil pavos por amenazas a un funcionario público —dijo antes de marcharse en su Z.
—Me da igual —dije para mí misma y guardé la multa.
—¿Sabes con quién estabas hablando? —me preguntó Yun.
—Sí, el superintendente. No soy tonta, el de Varsovia era igual o más gilipollas. Y no os preocupéis por la multa, me da igual.
En ese momento, Yun entró corriendo al mecánico.
—Nat, se acaba de encalal al Coflay y lo ha echado del mecánico.
—¿Qué? —dijeron asombrados.
—Estuve a punto de insultarle en polaco o en ruso, pero no lo hice. El otro, por lo que vi en la placa, es el comisario Viktor Volkov, y me entendería, por eso no lo hice.
El resto del día fue normalito, pero algo imprevisto me sorprendió.
—Nat, ¿te gustaría mañana por la noche ir por ahí? —preguntó Armando.
—Claro que sí, Armando, citas —dije riendo.
Después de eso, me fui a casa. Al entrar, me encontré a mi hermana corriendo de un lado a otro.
—¿Pero qué pasa? —pregunté incrédula.
—Pues que el Chino me pidió una cita mañana por la noche —sabía que estaba muy emocionada, hace unos días me dijo que le parecía guapo.
—Pues qué bien, a mí me lo pidió Armando.
Estuvimos hablando sobre nuestras "citas" y qué nos pondremos... Por suerte, mañana tenía el día libre.