Carecía del valor necesario para entrar por esa puerta. Bruno, que iba de camino a casa, no dejaba de comerse la cabeza. Se sentía mal, más bien; culpable, angustiado, decepcionado consigo mismo. Y todo por la misma razón: Yo. Después de aquella noche, los sentimientos de Bruno hacía mí, crecieron, al igual que su miedo a chocarse con la realidad. Hasta el momento todo iba genial y va y la cago, pensó mientras caminaba con su habitual cigarrillo en la boca. Él sabía que yo viviría con él un tiempo y tenía que aprovechar ese tiempo para "conquistarme" por así decirlo, pero temía que por este grave descuido todo su plan, su esperanza, fuera a parar a la basura. Ese miedo era la principal razón por la que huyó a casa de Dani. No se sentía preparado para afrontar la situación, puesto que era imposible imaginarse mi reacción. Dejó de caminar, para apoyarse en la verja metálica que había a un lado de la acera. No se sentía preparado para mirarme a la cara y tras doblar esa esquina se encuentra nuestra casa.
¿Y si se va? ¿Y si no quiere volver a verme? ¿y si me odia? No estoy preparado para volver a estar solo... , pensó apoyado en la verja de rejilla. Le dió la última calada al cigarrillo, tragó saliva, se tomó un instante para reunir un poquito de valentía y sin pensarlo más, dobló la esquina y llegó a la meta. Metió la llave en la cerradura y abrió lentamente la puerta, dejando atrás su última posibilidad de huir. Entró y se aventuró a cruzar el pasillo. Yo justo estaba saliendo de darme una ducha caliente y di un pequeño salto al verlo, pues me asustó. Nos miramos, yo enfadado y él... no sé cómo estaba él. Supongo que sorprendido porque seguro que me esperaba durmiendo, o avergonzado pues estaba (casi) desnudo delante de él. Llevaba una toalla en la cadera y otra en el cuello.
-H-hola -dijo avergonzado y sorprendido.-
Yo lo miré con cara de pocos amigos, mientras secaba mi pelo con la toalla de la cabeza.
-Llegas tarde.
Respondí lo más borde que pude. Ante esto, Bruno agachó la cabeza y se disculpó.
-Lo siento.
-Vale -respondí con indiferencia.-
(Aunque estaba claro que NO sentía inferencia hacia este tema, lo del mensajito de Dani me tocó las pelotas.)
-¿Vale? ¿Nada más? -replicó.-
-No esperes un aplauso.
-¿Y no tienes nada que decirme?
-Sí.
Puso cara de "pues dímelo" pero pasé de largo. Entré en la habitación para ponerme algo de ropa y él me siguió. Abrí su armario, que ahora era de dominio público, pues también contenía mi ropa, y saqué la sudadera gris que suelo usar de pijama y un pantalón corto negro. (Además de unos calzoncillos.)
-¿Me dejas un poco de intimidad? -repliqué.-
-¿Para qué? Si ya he visto todo lo que tenía que ver. -respondió espontáneamente y sin pensar, al segundo se tapó la boca a modo de "no tenía que haber dicho eso".-
Mierda, la estoy cagando, pensó. Yo lo miré con odio, me acerqué mucho a él y lo encaré.
-Pues espero que recuerdes esa imagen, porque no la volverás a ver.
-¿Era eso lo que me querías decir? -intervino tratando de cambiar de tema.-
Negué con la cabeza, alejándome. Me quedé cabizbajo.
-Eres un estúpido que sólo piensa en sí mismo. Haces lo que te da la gana sin considerar lo que piensan los demás. -hice una pausa.- Me despierto por la mañana solo y dolorido, te llamo y me ignoras. Me pasó algo muy importante, que quería contarte. Por tu culpa, un día que tenía que haber sido perfecto terminó conmigo aquí, solo otra vez. Y si no llega a ser por Dani, no hubiera sabido donde estabas. Era eso lo que te quería decir.
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¡No te dejes llevar!
RomanceEric es un chico de 17 años que siente que ha perdido el rumbo de su vida. No sabe lo que le gusta ni lo que no, no siente afecto por nada ni por nadie y le es indiferente todo lo que pasa a su alrededor. Además es una persona fría y distante que so...