Capítulo 51. Matices.

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Amanda, que llevaba poco más de un año deprimida por su ruptura, por fin comenzaba a levantar cabeza. Poco a poco se fue recuperando, comenzó a salir un poco más de la residencia y a relacionarse más con sus compañeros de la facultad de medicina, al contrario de lo que hacía antes, que era de la residencia a la facultad y de la facultad a la residencia. Además, su única compañía y apoyo en todo esto fue Mery; su mejor amiga. Ambas siempre estaban juntas, Mery la consolaba y la animaba, simplemente estaba allí, y eso era lo que Amanda necesitaba. Es cierto que Mery no era la más inteligente de la facultad, ni de la residencia (ni siquiera de la habitación en la que vivían) pero era una muy buena amiga, aunque cuando no hablaba de su ex en plan "lo odio pero me sigue gustando" hablaba de bienes materiales cruciales para su existencia.

Entonces un día cualquiera de verano...

Ambas se hallaban tumbadas, cada una en sus respectivas camas. Amanda trataba de refrescarse un poco comiendo un helado y abanicándose con fuerza, mientras Mery leía revistas de moda con la cara frente al ventilador.

-Mira Mandy, este suéter es igual que el que me puse en una de mis citas con mi ex. -comentó Mery mostrándole la página y la modelo a la que se refería.-

-¿Otra vez hablando de tu ex?

-¿Qué quieres que haga si me acuerdo de él constantemente?

-Eso es que aún te hace tilín.

-Querida, me hizo de todo menos tilín.

Y ambas comenzaron al reír escandalosamente.

-Bueno, aunque puede que sí que me guste un poco. -admitió Mery hundiendo la cara en la revista.-

-¡Ja! ¡Lo sabía!

-Bueno, ¿y qué? Ya no se puede hacer nada.

-No entiendo por qué te lamentas si la que lo dejó fuiste tú.

-Lo sé, pero no recuerdo por qué lo hice. Y me arrepiento, pues era perfecto; alto, guapo, inteligente, con sentido del humor y con una sonrisa... buff, si hubieras visto aquella sonrisa.

-Seguramente te los puso bien puestos. Tal y como lo describes... Los chico con sonrisas bonitas no son de fiar.

-Jajaja, cierto, no son de fiar. Y que sepas que esa no fue la razón, recuerdo que me fue siempre fiel.

-Si tu lo dices...

-¡Qué sí!

-Está bien, te creo. Pero me voy a dar un paseo, tanto hablar de exs me han dado ganas de vomitar.

-Idiota.

Y con la misma, Amanda se levantó de la cama y salió a la calle por primera vez en todo el verano. Tranquilamente, comenzó a caminar por el medio de la carretera, pues no venía ningún coche. Caminaba sin rumbo, sintiendo el viento rebujar su cabello y el sol dorando sus mejillas. De pronto, una palabra se le vino a la mente: Matices. ¿De qué le sonaba eso? ¿dónde lo había oído? No lo recordaba, si al menos supiera quien se lo dijo... Entonces Amanda dio un salto por el repentino recuerdo. Recordó un nombre, aunque no sólo eso. En menos de una fracción de segundo Amanda recordó un nombre, una cara y una sonrisa.

En seguida comenzó a correr calle abajo en busca del ayuntamiento que se hallaba al doblar la esquina, una vez esto hecho, entró en el enorme lugar y se acercó a la recepción.

-¿En qué puedo ayudarle? -preguntó la recepcionista, con gafas, un moño, y un uniforme tres tallas menor.-

-¿Me podría decir dónde se encuentra "Matices", por favor? -preguntó Amanda respirado agitadamente.-

¡No te dejes llevar!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora