C A P I T U L O 31 LA NOCHE DEL BOSQUE

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Mark se encontraba escapando de diez hombres que lo perseguían para matarlo.

Aunque su vida fuera un asco Mark luchaba por ella y corría entre los árboles descalzo y con la ropa empapada de sangre. Las ramas caídas y espinos en el suelo hacian sangrar sus pies y pronto no podría distinguir si la sangre que lo empapaba  era suya o del hombre que mató hace apenas unos minutos.

Después de matar a sus padres y huir a Mark vivió en la calle durante mucho tiempo, hasta que un hombre se acercó a el con promesas y falsas esperanzas. El hombre le había dicho a Mark que perdió a un hijo y que era millonario, así que quería adoptarlo y que Mark viviera con el. Mark fue tan inocente en ese entonces, que creyó en esa historia tan desequilibrada y terminó siendo prisionero en una casa subterránea, rodeado de drogas y hombres hambrientos de sexo. Sin embargo, Mark no podía ser tocado por ninguno de esos hombres, pues Mark era propiedad del hombre al que le decían "El jefe".

El hombre abusó varias veces de Mark y aunque este gritara  e implorara  que pare, el hombre simplemente no se detenía.

El hombre fumaba cigarrillos que luego apagaría en el cuerpo del pobre castaño.
Mark sufrió una grave desnutrición y su vida se consumía poco a poco dolorosamente. Era violado tan duramente que sangraba y moría de dolor si morir en realidad.

Una noche "el jefe" se cansó de su juguete y lo regalo a los hombre hambrientos. El castaño fue violado por diez hombres sin descanso.

Mark se encondía en las esquinas del lugar y sin embargo no podía ocultarse de aquellos hombres que podían oler su piel a la distancia.

Tan harto de la situación estaba el delgado castaño que decidió dejarle su vida a la suerte y fue pronto que logró notar, sobre la mesa, un arma, era negra y sin embargo lograba brillar tanto como una lampara.

Mark tomó los últimos alientos   que le quedaban, corrió hasta aquella mesa y tomó el arma en sus manos, temblaba, temblaba como si se encontrara desnudo en la nieve, su corazón latía tan fuerte que amenazaba con salirse de su pecho y sus piernas se movían sin su consentimiento.

En los muebles y cama, se encontraban durmiendo los diez hombres, las diez bestias, los diez violadores y sin embargo Mark solo podía pensar en uno, al otro lado de la puerta, "el jefe", asi que caminó hasta llegar al hombre que fumaba un cigarrillo, dándole la espalda a la puerta y fue entonces que Mark lo hizo...








Presionó el gatillo...



¡Buum!










La sangre le salpicó la ropa y rápidamente el hombre se desplomó al suelo. Su sangre se estendió espesa por el suelo improvisado de madera y entonces Mark, corrió, tomó las llaves del pantalón del hombre y corrió. Antes de que los otros hombres despertaran  y decidieran seguirlo.

Llegó a la puerta y se dió cuenta. Era demasiado tarde. Apenas pudo introducir la llave en el cerrojo y ya tenía una navaja en el cuello.

--Abres y te mato --dijo el hombre apretando el agarre y causando una herida en el cuello de Mark.

--Muere hijo de puta -- dijo Mark mientras tomaba la muñeca del tipo y con su pierna izquierda pateaba la ingle del sujeto. El tipo soltó la navaja y Mark sin perder más el tiempo, enterró esta en el cuello del perpetrador y la sacó con la misma habilidad. El cadáver del sujeto calló y  entonces Mark abrió la puerta y corrió  hasta que no pudo ver más que árboles.

Sin embargo aún no podía descansar pues, a unos metros de el, podía escuchar las maldiciones.

--¡Maldita puta! ¡Será mejor que salgas de donde te escondes o te sacaré los ojos con mis propias manos!

Mark revisó el arma, sin embargo se hacía tarde y la luz desaparecía, logró contar nueve balas. No podía fallar, tenía que matar a todos esos tipos.

Entonces salió de su escondite y grito decidido:

--¡Aquí estoy malditos hijos de perra!, ¡vengan por mi!.

La luna se ponía y observaba al delgado castaño casi delirando del cansancio pero impulsado por el miedo y entonces, el primer hombre se asomó.

Mark disparó. Quedan 8 ocho balas.

El segundo hombre. Mark dispara. Quedan 7 balas.

El tercer hombre. Quedan 6 balas. Los cadáveres caen uno frente al otro.

El cuarto hombre. Quedan 5 balas. Las piernas de Mark tiemblan.

El quinto hombre. Quedan 4 balas. El corazón de Mark rebota dentro de su pecho.

El sexto, el septimo, el octavo hombre. Mark no había fallado ningún disparo. Quedaba una bala. Una oportunidad. Un hombre.

El último hombre aparece. Mark dispara.

Falla.

Le dió a la rama moribunda de un arbol. Mark supó que era su fin, estaba dispuesto a luchar con lo que le quedaba de vida y entonces la rama moribunda golpeó al sujeto. Haciendo que este resbalara y callera golpeando su cabeza con una piedra y muriendo enseguida.

Un profundo alivio invadió el cuerpo de Mark y entonces perdió el conocimiento.

Desperté con una sensación extraña en el vientre, no podía ver o mejor dicho, había una espesa capa de niebla a mi alrededor. ¡Mierda, estaba en el bosque!, un aroma asqueroso entro a mis fosas nasales, parecía putrefacto, ¿un animal muerto? O quizás ¿una persona?. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Trataba de averiguar qué es lo que hacia en medio del bosque, ¿cómo llegue aquí?...

Hombre Perdido MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora