🍃C A P I T U L O 33🍃

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Jinyoung

Se hacía tarde, la luz del sol iba desapareciendo poco a poco y cada vez el frio de la noche se hacía más presente.

Después de despedirme de todos en la comisaría tomé mis llaves y comencé a dirigirme a la entrada.

--¡Jinyoung! --logré escuchar mi nombre y giré para encontrarme con el dueño de esa voz. Era Jackson-- Eres demasiado rápido, parece que te urge irte.

Reí ante su queja y el simplemente sonrió.

--Claro que tengo prisa idiota. Ya es tarde. No me pagan horas extra. ¿Qué quieres?

--¡Tratame bien! -- dijo Jackson mientras hacia un puchero-- quiero invitarte a mi casa mañana, les tengo que contar algo importante.

Levanté un ceja juzgando su cara. Se veía emocionado. Jackson se veía más feliz. Si. Desde que conoció a Mark, Jackson se volvió diferente.

--¿Tiene que ver con Mark?

--¡No te diré!, ven a mi casa mañana si quieres saber -- Jackson comenzó a alejarse, pero antes de desaparecer de mi rango de vista volteó y gritó -- ¡No puedes faltar!

Y sin más desapareció de mi vista. Reanudé mi paso hacia la salida, caminé unos cuantos metros hasta llegar a mi automóvil y entonces presioné el botón para abrir la puerta del piloto e ingresé a este.

Solté un sonoro suspiro y talle mis ojos. Sin más demora encendí el motor y me puse en marcha hasta mi casa. Con la ventana del carro abierta y extendí mi brazo fuera de esta para disfrutar del aire frio de la noche. Mis días habían sido muy estresantes. Habían tantas preguntas y tan pocas respuestas. ¿Quién era "J"? Por ejemplo. Incluso si ahora podía intuir que el caso estaba conectado por el simple hecho de que el asesino atacara siempre al cuello, eso no sería suficiente ante sus superiores.

La mujer asesinada en el motel no tenía ojos, tenía los senos cortados, e cortaron el cuello y habían marcado una "J" en su abdomen. Era evidente que el asesino se había tomado su tiempo y que le encantaba torturar a sus víctimas antes de asesinarlas.  En el segundo asesinato habían disparado al hombre en el cuello, según la autopsia, las perlas identificadas como sudor en el cadáver eran una señal de que el hombre había corrido, lo que indicaba que trató de escapar, mala suerte del hombre pues se condujo hacia un callejón sin salida, otro dato revelado por la autopsia fue la posición de la bala, al ser el cuello del hombre un espacio muy reducido, el que el asesino pudiera matarlo de lejos sucedería de un milagro, lo que llevaba a la hipótesis de que el asesino torturó a se víctima haciéndola escapar hacia su propia trampa.

Después de pensarlo un poco más lograba relacionar los asesinatos con algo más que los ataques al cuello. Ahora me daba cuenta. El asesino torturaba a sus presas antes de asesinarlas, y más importante, el arma omicida nunca fue encontrada en la escena del crimen, en ninguna de las dos. ¡Bingo!, se trataba de un caso de asesinatos en serie.

Mi triunfo en conectar las piezas fue interrumpido por la luz de un auto al que identifiqué como un taxi.

El taxi retrocedía y avanzaba e incluso a la distancia a la que me encontraba podía escuchar el sonido aplastante, sonaba como aplastar papel de burbujas. Fui avanzando lentamente hasta parar a unos tres metros de donde el auto retrocedía y avanzaba insistente. La escena era tenuemente iluminada por un poste de luz amarillenta. Pero incluso así pude notar la terrible y asquerosa película frente a mis ojos. Lo que el taxi aplastaba no era papel de burbujas, era un cuerpo, o algo parecido pues ahora no era mas que un puré de extremidades y sangre, mucha sangre.

Al parecer el taxista se dio cuenta que lo observaba y se trató de escapar, sin embargo, no me quedé atras y con hábil movimiento di la vuelta y comencé con la persecución al sujeto. Iba bastante rápido, pero incluso así me encontraba detrás de este a unos centímetros de su cajuela evidentemente manchada de sangre. 

El chofer del taxi comenzó a lanzarme cosas desde su ventana; una botella, bolsas de basura, la cabecera del asiento, un estéreo...

De un momento a otro el auto se detuvo repentinamente y debido a mi cercanía con este tuve que esquivar olímpicamente el automóvil, pues pude haber chocado.

Sin perder más tiempo tomé mi pistola y bajé del auto, me acerqué al taxi y me encontré a un hombre de unos veinte-treinta años con la mirada perdida, después de unos segundos el hombre volteó a verme y grande fue mi sorpresa al enterarme que hombre en el taxi, no era otro que Mark.

En mi cabeza solo había una opción. Llamar a Jackson.

Hombre Perdido MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora