Los caminos de la estrella del pop americana Brendon Urie y el recordado Ryan Ross han tomado rumbos completamente diferentes, pero ¿Qué pasará cuando después de una década sus miradas se vuelvan a cruzar?.
Historia narrada por ambos en el año actua...
Llegó el fin de semana y Ryan me dijo que tenia un panorama en mente, yo encantado le dije que iba a complacerlo en todo lo que me pida. Fuimos al cine a mirar una película de suspenso que ambos queríamos ver hace un tiempo y decidimos ir a la última función de la noche pensando que no habría mucha gente y joder aquello estaba a reventar, ni un triste sitio quedaba libre, por lo que no pudimos ni siquiera meternos mano en el transcurso de esta. Aquel era el único cine al que yo podía seguir yendo, solía ser muy oscuro, aunque tomaba la precaución de vestir diferente, evitar hablar y al terminar la película retirarme al instante del lugar. Cosa que siempre me había funcionado.
Cuando salimos del cine, nuestras miradas comunicaban que ambos estábamos deseosos, teníamos ganas de follar y no habíamos podido hacer absolutamente nada en el interior del cine. Íbamos caminando hacia el aparcamiento para recoger el auto de Ryan, así que, como yo debía volver ya a mi casa, por lo que sin pensar otra cosa no quería irme sin antes coger en el vehículo y solo esperaba a que él estuviese de acuerdo con mi propuesta.
–Quiero hacerlo aquí en el auto Ryan Ross... –Advertí y este me sonrió mientras se colocaba el cinturón de seguridad.
–Yo también, ¿Busquemos algún lugar? –Propuso hechando a andar el vehículo y yo asentí con la cabeza. A continuación desabroché su cinturón e intenté bajar su cremallera, por lo que él despegó una mano del volante para oportunamente ayudarme con el botón, descubriendo aquella parte de él que sabía que yo buscaba acariciar.
Dimos antes una vuelta por los jardines en busca de un lugar adecuado y mientras nos íbamos metiendo mano y besando. En tanto Ross estacionó el auto en un solitario mirador. Nos encontrábamos en medio de poblaciones y un frondoso bosque, en tanto para lograr ver el coche, era necesario entrar por aquel camino, el que no era muy concurrido. Allí después de aparcar y apagar todas las luces del vehículo, nos cambiamos hacia los asientos traseros.
Empezamos besándonos apasionadamente mientras íbamos quitándonos la ropa uno al otro, hasta quedar desnudos. Este se arrodilló entre los asientos y comenzó a estimular mi miembro, para empezar a darme pequeñas mordidas en la parte de atrás de mis testículos, aquello era algo que él sabía que desde siempre me gustaba. Me hacía estremecer haciendo que soltara gemidos al instante, era algo que me volvía y seguía volviéndome loco. Ese punto, junto a los mordiscos en el cuello y oreja, eran los lugares más sensibles de mi cuerpo, me hacen perder la razón.
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–Para para, me vas a hacer correrme –Pedí. Pero no se detuvo, encima se llevó sus dedos a la boca depositando saliva en ellos, para luego comenzar a levantar mis piernas e introducirlos y masajear lentamente mi interior, haciendo que mis gemidos se hicieran aún más intensos.
Nos encontrábamos completamente sudados. Apenas lográbamos acomodarnos dentro del automóvil debido al espacio reducido, sin embargo, yo insistía en sujetarme a él, tirando de él hacia mí presionándolo, quería sentir nuestros cuerpos adosados, necesitaba tenerlo en lo más profundo de mis entrañas. En esos momentos solo pensaba en lo que me estaba haciendo gozar, necesitaba sentir su lengua en mi boca, quería succionarla y comerlo a besos mientras me daba placer.
