Destino o Decisión.

CAPÍTULO 3. ENTRE ÁNGELES Y DEMONIOS.

Sí, había tenido una especie de viaje astral por segunda vez en el día. Viaje que fue detenido por el fuerte sonido de una corneta de autobús que se aproximaba, por alguna extraña razón tocaba como un loco antes de llegar. En ese momento reaccioné, notando que la parada estaba llena de gente, ¿Cuánto tiempo había pasado? No lo sé, la única pista era el cambio de posición de la luna, y que mi reloj marcaba las 10:00 pm (aproximadamente 1 hora).

Sin más, me subí al bus tomando el camino hasta mi casa. Traté al máximo de mantener la mente ocupada, con la única intención de no pasar de largo por estos extraños recuerdos que llegaban a mi mente.  Y lo logré, pensando en lo mucho que extrañaba a mi novia, y mis fantasías románticas con ella (sí, realmente estaba loco por ella). Aún así, cierta vez podía ver la silueta de estos individuos, ya se había vuelto costumbre, y me preguntaba la razón por la cual me pasaba todo ello. Realmente fue obvia, aquél collar que recogí fue el causante de todo ello.

Me encontraba harto de no entender, se había vuelto una tortura, así que me despojé de dicho collar tirándolo por la ventana más cercana. Efectivamente los recuerdos cesaron, hallé paz.

Y bueno, no debí hacer eso...

No había pasado prácticamente nada de tiempo cuando el bus dejó de funcionar. El motor se apagó, y los cauchos de este perdieron el aire al instante. El chofer frenó como pudo, para detenerse a revisar, cuando notó todo lo que había pasado, simplemente se quedó a reparar.

Para mi suerte, estaba a pocas calles de mi casa, a diferencia de todos los demás pasajeros. Me bajé del bus y comencé a caminar en dirección a mi hogar, estaba seguro de que llegaría en 10 o 15 minutos.

Pero todo pasó tan rápido...

Luego de caminar por al menos 5 minutos en línea recta, pude sentir como una extraña presencia me seguía, volteé al instante dándome cuenta que no había nada. Fue aterrador, ni aún el bus, ni los pasajeros estaban, todo había desaparecido. Traté de no pensar en ello y seguí caminando, apresurando el paso, aún con aquella sensación de seguimiento; lo más aterrador era que no había nadie, ni al frente, ni detrás.

Llegué a pensar que simplemente era algún grupo criminal escondido entre las sombras, queriendo asaltarme. Comencé a mirar a lo lados y caminar aún más rápido, incluso estando cerca de comenzar a correr. Cuando de pronto escuché.

— ¿Qué pasa pequeño Goldust? ¿Tan asustado estás? – Una voz de ultratumba, me habló con aquel tono tan perturbador, como si de una película de terror se tratara. Quedé totalmente paralizado.

"Mi mente me está engañando, solo es miedo", pensé, pero estaba totalmente equivocado. Tomé la fuerza para voltear, lo que vieron mis ojos me dejó un trauma inexplicable. Era una mismísima entidad demoníaca del tamaño de una casa, totalmente negra, con ojos verdosos y dientes blancos cual nieve y tan filosos como la dentadura de un tiburón. Me miraba con una sonrisa malévola, ¿Era real? No quería creer que lo fuera, pero tampoco apostaría a que no lo fuera.

Además, ¿Por qué me llamó "pequeño Goldust"? Mi apellido es Daylight, tampoco tengo apodos semejantes.

— De-debes estar confundido, y-yo no soy ningún Goldust. – Le dije, con un tono y un semblante tembloroso.

— Pobre insolente, tú tiempo ha llegado. – Decía con aquella voz que retumbaba en mi cabeza.

Después de decir esa última frase, se abalanzó hacia mí.

Al ver que venía rápidamente hacia mí, se me llegó a ocurrir la más tonta idea que pude llegar a tener,  junté mis brazos en forma de X y cerré mis ojos, con la única intención de protegerme. (Porque claramente cuando un demonio viene hacia ti a toda velocidad, tendrás la fuerza suficiente para defenderte cruzando tus brazos).