24.- El despertar

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Mina estaba en su habitación de hospital descansando. Los médicos habían cerrado con puntos la herida que le había quedado a causa del rocé de la bala. Los medicamentos habían ayudado para que lograra descansar y el dolor disminuyera, así que, cuando despertó y vio a Nayeon sentada en uno de los sofás durmiendo sonrió.

Había pasado desde las 5 de la tarde durmiendo. Notó por la ventana que era de noche, pero no podía distinguir que tan tarde era. Mientras trataba de sentarse en la cama todos los recuerdos de lo vivido comenzaron a aparecer en su cabeza. La imagen de Daniel cayendo frente a ella sin vida se repetía una y otra vez. El había sido el culpable de todo el dolor que ella y las persona que más amaba en el mundo habían experimentado.

-Descansa en paz Daniel – susurró mirando sus propias manos que habían acabado con la vida del heredero de la familia Im.

-¿Mina?, ¿Mina? – Nayeon se despertó y corrió hacia la cama de la japonesa - ¿Estás bien?, ¿Te duele algo?, ¿Quieres que llame a un médico?

-Cálmate, estoy bien Nayeon – Mina notó como los ojos de la pelinegra se llenaban de lágrimas – No llores, ya no llores más.

-¿En que estabas pensando cuándo te paraste frente a Daniel? Ese imbécil iba a disparar sí o sí.

-Y yo igual – afirmó la japonesa – me paré frente a él con intención de matarlo. Sabía que con todo lo que nos había hecho no iría a la cárcel por asesinarlo.

-Pero podría haberte arrebatado la vida y yo hubiese sido infeliz para siempre.

-No iba a dejar que eso ocurriera – Nayeon sonrió – mi vida cambió completamente desde que te vi por primera vez. Aún recuerdo lo asustadas que eras, siempre me pregunté por qué eras así, y cuando lo supe, no pude evitar sentir rabia. Las mujeres no deberíamos pasado por las situaciones que ambas pasamos. Se debería hacer justicia por todos esos casos. Nosotras no tuvimos justicias, así que la hice por mis propias manos. Nos toca ser felices Nayeon.

-Te amo Mina.

-Y yo a ti.

-Pero no vuelvas a ponerte frente a un arma nunca más, por favor.

-Tranquila – Mina acarició las mejillas blancas de Nayeon – no volverá a ocurrir.

-¿Me lo prometes?

-Claro que sí.

-No sé que hubiese hecho sin ti.

-Que bueno que no tendrás que vivir algo así, porqué yo tampoco sabría cómo vivir sin ti. ¿Cómo están las chicas?

-Tu hermana salió hace menos de 30 minutos de una cirugía en la pierna. La bala quedo incrustada en el fémur, rompió vasos y capilares, así que fue algo complicada, pero ya está descansando.

-¿Cómo está Tzuyu?

-Bien, le administraron oxígeno y curaron las heridas que Minoh le hizo.

-¿Están muertos verdad?

-Sí, los dos. Lo confirmaron los bomberos y luego los médicos.

-¡Dios! – Mina dejó escapar todo el aire contenido en sus pulmones por todos estos años – no puedo creer que se haya acabado, que seamos libres de esos monstruos – Nayeon sonreía al ver a su chica feliz y tranquila.

-Quiero comenzar esta nueva etapa bien Mina – la japonesa miró a la pelinegra – y no hay nada que deseé más en la vida que pasarla a tu lado – ambas chicas se miraron y sonrieron – cuando te vi parada frente a Daniel mi corazón estuvo a punto de pararse. Ni siquiera puedo describir todas las emociones que sentí en ese momento. Así que me dije a mis misma que tenía que cuidarte y amarte con todo mi corazón, para que no vuelvas a pasar por algo así.

A Merced Tuya/ 2da temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora