noche de s'mores y tareas.

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¡Era muuuy bueno! Con una pronunciación realmente envidiable.

Esperé a que corte y me acerqué.

—Señor vecino, ¿usted sabe inglés?—pregunté con un tono tierno.

—¿Tú qué crees? Já —rió arrogante.

—Es que tienes una pronunciación perfecta.

—Eso todos lo dicen, ¿a qué va tu pregunta, vecina?

—Pues mañana debo entregar un ensayo de mil palabras en inglés, a primera hora. Me preguntaba si es que podías ayudarme, ¡por favor!

—Mmmm, no lo sé. Hoy planeaba tener un maratón de series.

—¿Acaso no estudias?—se me escapó la pregunta y tapé mis labios.

—Oh, lo hice. Mi apariencia no lo parece, ¿verdad?

—¡Qué! Pero pareces de 20, incluso menos.

—Tengo 28, hahahaha —rió.

¡¿Qué?! ¿Cómo era posible que este hombre tenga 28 si parece ser más inmaduro que yo. ¡Es imposible!

—Hey, ¿Te impacté? Así es la mayoría de impresiones cuando comento sobre mi edad, es extraño.

—Yyy, ¿qué carrera estudiaste? Si no te incomoda responder —pregunté haciendo ojitos.

—Negocios Internacionales y Administración de Empresas.

—¡¿Qué, y encima dos?!

—Fue por el negocio familiar, hasta hoy no he encontrado mi verdadera vocación. Y sí, hice un programa de doble grado y transferencia.

—Pero, si llevamos siendo vecinos meses y nunca te he visto trabajar —expresé.

—Es que no me gustan esas cosas, me aburren. Lo hice por presión de mi familia pues soy el 'único heredero' y debía dejar una buena impresión.

¿Acaso es de una familia de gángsters? ¿O de narcotraficantes? ¡Con quien estoy metiéndome!

—Oh... ya veo —dije cabizbaja.

—Sabes, siento que estoy contándote mi vida y ni siquiera tenemos la confianza de hablar de ello.

—N-no te preocupes, solo estoy impresionada tratando de procesar esa información.

Y derrepente comenzó a oler a quemado.

¡Los s'mores!

—Vecina, ¡algo se quema!—exclamó.

—¡Creo que es el horno, mierda!—corrí a ver.

Por suerte no estaban quemados, sólo bastante dorados.

—Tuvimos suerte, no quería que el dinero gastado se hiciera cenizas —expresó tomando una foto al postre.

—¿Eres influencer y de eso vives?—pregunté nuevamente sin pensarlo.

—¿Q-qué? ¡No! ¡Cómo podría serlo!

—Pero tienes la cara, y casi todas las semanas haces fiesta. ¿Entonces vienes de una familia de narcotraficantes?

—Vecina, creo que estás yendo al extremo, hahahaha —rió y yo continuaba con el rostro tieso.

—Espero no te importe que te cuente de mí, pero ya que somos vecinos, creo que estaría bien que la sepas.

—Claro, adelante —dije.

—Pues soy de Corea y nací en el típico ambiente de familia millonaria disfuncional con un sólo heredero. Suena como un cliché, lo sé, no me lo digas. Y específicamente por ello me obligaron a hacer un programa de doble grado aprovechando mi inteligente cerebro. Y como en toda historia de familia rica, surgieron problemas poco después de haber concluido mis estudios gracias a mi rebeldía y huí aquí a buscar el propósito de mi vida, el saber qué quiero hacer con ella. Pero por mientras, sólo me dejo llevar como si fuera un flotador en el mar.

—Ya veo... yo creía que eras un vago. Resultaste siendo más profesional que yo —dije mordiendo mi porción.

—Ahora ya lo sabes. ¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?

La mía es muy aburrida en comparación a la suya. Este hombre resultó siendo el protagonista de una novela turca.

—Mi historia, eh. Nada fuera de lo común. Estoy en mi tercer año de arquitectura como estudiante transferida de Tailandia. Soy de una familia común y tranquila con un hermano menor que solía hacerme bromas a diario, un ganador de Master Chef como padre y una periodista como madre.

—¿Tu padre ganó Master Chef? ¡Wow! Qué impresionante. ¿Cocinaba a diario?

—Sí, y a veces hacíamos pequeñas competencias de cocina entre todos.

—¡Qué lindo! Quisiera haber nacido en un ambiente así, de verdad. A mí me gusta mucho cocinar, aunque sólo lo hago por afición.

—No te creo, es que... realmente no pareces ser lo que dices ser.

—Bueno, si no me crees no puedo juzgarte.

—Mi pregunta es, ¿cómo haces para mantenerte aquí?

—No te voy a mentir, con la fortuna de mi familia (que me corresponde, claro), y del poco tiempo que ayudé en el negocio. Y de vez en cuando, cuando estoy de buen humor, acepto alguna propuesta de mi padre para dictar charlas y conferencias. ¿Ahora sí? ¿Satisfecha?

—S-sí. Es increíble que el hombre que parecía ser un bueno para nada, terminó siendo todo lo contrario. Joder, las apariencias sí que engañan... —finalicé.

Cuando Chae se entere de esto, se caerá patas arriba.

一 COMENZÓ CON UN BRA 。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora