𝐓𝐑𝐈𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎𝐒 › sungsun

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Sungwoo conoce a Sunoo

La primera vez que Park Sungwoo vió a Sunoo fue en el aula de clases de la preparatoria Lee Academy, jamás se había puesto tan nervioso ni actuado como colegiala enamorada y justamente hoy lo hacía. Recuerda perfectamente cómo el adolescente le pedía permiso para entrar, había llegado diez minutos exactamente tarde.

—¿Profesor...? —llamó el jovencito de cabello negro asomándose tímidamente por la puerta, el hombre desde la pizarra le prestó atención a sus palabras. —¿Me permitiría pasar? Uh, yo en serio lamento la tardanza pero tuve algunos problemas en el bus.

Sungwoo sintió que algo se caía, probablemente era él debido a la impresión de ver algo tan bello como ese ángel pero sólo eran sus tontas gafas de nuevo.

—Eh... Sí, pase... ¿Cuál es su nombre? —cuestionó mientras que con torpeza intentaba acomodar sus grandes gafas, se sentía tan intimidado por ese chiquillo de ojos azules.

—Soy Kim Sunoo y en serio lamento muchísimo la tardanza, profesor. —el pelinegro se volvió a disculpar avergonzado con un tono carmín en sus mejillas, bajó su mirada nervioso evitando al profesor. Era el primer día y ya tenía una impuntualidad, eres grande Kim.

—No, no, no. —se apresuró a negar efusivamente el mayor cuando notó que el adolescente había bajado su mirada, no quería que lo hiciera, esos ojos debían ser admirados. —Q-Quiero decir, siéntese, Sun... digo Kim.

—¡Alguien corte esa tensión sexual que hasta yo me estoy quemando de tanto fuego por aquí!

Sungwoo miró a todos lados en busca del culpable, sus mejillas se sentían calientes y ni hablar del nuevo chiquillo que se sentó rápidamente en una butaca muy abochornado por la situación.

Maldita sea en la hora en la que aceptó el trabajo, debió haber pensado que habrían mocosos con cara de dioses griegos. Ahora se maldice internamente por no haber aceptado el puesto de vicepresidente en la empresa de su hermano Sunghoon y maldice también de paso a su tonto hermano que no le insistió lo suficiente.

—Abran su libro de historia, por favor, página veintiséis. —pidió sentándose de vuelta en la silla de su escritorio mientras trataba de mantener su estricta imagen ante los alumnos.

Cuando el silencio estaba presente en el aula, un chico de hoyuelos levantó su mano y el docente le cedió el permiso al alumno de hablar.

—¿Qué es lo que sucede, Yang?

—Olvidó decirnos su nombre cuando hizo su presentación, profesor.

—Oh, Soy Park Sungwoo, su nuevo profesor de historia. —aclaró dedicándole una severa mirada a todo el salón antes de sumergirse en el libro de texto también, aún seguía un poco avergonzado por la escena de hace unos momentos atrás.

Después de la bochornosa situación, la clase parecía seguir su transcurso con naturalidad aunque claro que no faltaban las miradas de algunas compañeras que ya creían que el docente y el alumno tenían una relación secreta como en los fanfics.

Mientras tanto, Sungwoo sí que había quedado flechado por el chiquillo de ojos azules y ni siquiera se molestaba en disimular. Eran tan profundas las miradas que le daba a Sunoo, casi comiéndose con la mirada cada parte de su cuerpo. Así que tragó saliva y desvió su mirada nuevamente al libro, no cedería ante la tentación de ese chiquillo. Trataría de mantenerse estable como el maestro profesional que es, trataría.

Y es que Park Sungwoo podría parecer un maestro como cualquier otro ante los ojos del resto, con sus grandes gafas y su ropa de viejo a pesar de tener una edad increíblemente muy joven. Además de su notorio nerviosismo y su torpeza al caminar pero claro que esa era sólo una inteligente fachada, Sungwoo era todo lo contrario a como usualmente se le juzgaba.

¿Podría arriesgar su intachable honor por ese niño y su maravilloso empleo de paso? Ya, Park no tenía idea de que es el honor y eso Sunoo lo notaría pronto.