- Casi se corta la circulación con ese vendaje... - Lo reprende Abel mientras volvía a cerrar su herida. - A la otra si me despierta, usted ya sabe donde es mi cuarto.
- Lo tomaré en cuenta... lo siento. - Se disculpa Hiro entre bostezos.
- No pasa nada, solo tenga cuidado al dormir. - Aconsejó el mayor.
Eran las 9:30am del 30 de Octubre, la mañana siguiente de la pequeña exploración que tuvo Hiro, el primo "doctor" de Miguel lo estaba ayudando mientras el resto de la familia se encontraba preparando el desayuno y despertando. El pequeño ente estaba más atento a lo que hacían sus familiares, viendo como su abuelita cocinaba junto con su madre, a sus primitos despertar y empezar a ponerse sus uniformes de primaria de mala gana, o a su tío y padre limpiando antes de abrir la zapatería.
Parecía un día como cualquier otro, hasta que tocaron a la puerta.
- ¡Yo atiendo! - Avisa Enrique, mientras deja la escoba a un lado y se acerca a la entrada.
Al abrir, se topa con un viejo amigo y lo saluda cálidamente.
- ¡Eh, Jesús! Buenos días.
- Buenos días, Enrique. - Saludo serio, intentando sonreír.
- ¿Cómo estás?, ¿Qué tal todo en la procuraduría?
- Bien, todo bien... - Dice decaído el hombre.
- ¿A que se debe tu visita...? - Preguntó extrañado de que su amigo, quien se la pasaba sonriente, ahora se encontrara tan serio.
- Tengo que hablar con tu esposa y contigo... - Soltó dudoso. - Creo que lo encontramos.
Toda la familia paró de hacer lo que sea que estaban haciendo y se quedaron en silencio, y Hiro solo pretendía no tener ni idea de lo que estaba pasando.
- Ah... ¿Abel? - Preguntó dudoso al sentir como temblaban las manos del mayor.
- ¿Eh? Ay, perdón... ya casi lo cierro. - Se disculpó mientras intentaba no llorar.
Los padres de Miguel se fueron con Jesús, aterrados de ver lo que sea que hayan encontrado, dejando al resto de la familia en la incertidumbre. Ya que "Hiro no sabía nada", quiso preguntarles que era lo que había pasado, pensó que nadie le contestaría, pero una tía de Miguel, le brindó las respuestas que él ya sabía.
- Y... ¿Por qué dejaron de buscarlo?
- Por que sus papás se rindieron en buscarlo después de que también perdieran a su hermanita. No sabían si estaba muerto, por eso no lo ponían en el altar, pero tampoco si estaba vivo y simplemente no quería volver a casa.
- Oh... y, de casualidad... ¿Conocen a un tal Marco De La Cruz?
- No. - Contesta extrañada. - ¿Por qué?
- Oh nada, es que cuando vi la foto, le encontré un gran parecido. - Apuntó a la foto que la mujer le había dado de referencia. - Pues... espero y si sea él. No sé que encontraron pero espero que, sea lo que sea, les brinde un poco de paz a sus padres.
- Opino lo mismo. - Asintió suspirando.
Y justo como lo esperaba, los padres del niño habían llegado devastados a casa. Después de casi 3 años sin saber donde se encontraba su hijo, el saber que ahora estaba muerto, era doloroso, pero dentro de ese dolor había algo de paz, tranquilidad de saber que fue de él. Aunque la incertidumbre seguía ahí, les explicaron como lo encontraron y nada tenía sentido.
Su cuerpo solo tenía 3 años de deterioro, pero estaba debajo de un mausoleo que había sido construido en los años 40's, además de la forma tétrica en la que lo encontraron: "Con un bracito y su cabeza afuera de la tierra, como si estuviera pidiendo ayuda para salir" en palabras del sepultero que lo encontró. Claro, cuando llegó la policía, pudieron darse cuenta de que había un pico y que una de las ventanas estaba rota, entendiendo que alguien más fue quien estaba ayudando al niño a salir de su sepultura.
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Sofocantes Mentiras
FanfictionHiro Hamada no llegó a ser el héroe que pudo haber sido, y Miguel Rivera no volvió a casa antes del amanecer. Un par de muchachos que no se conocieron en vida, se encuentran devastados por su pasado y para dejar de ahogarse en él tendrán que firmar...