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Veía a su pequeño compañero de vida irse a pasar tiempo con su familia. Estaba feliz de verle tan sonriente, en sus últimos momentos. Ya lo había decidido desde hace meses y dejado todo listo, las pruebas contra De La Cruz, la familia Rivera supo que fue de su hijo, y lo más importante, les hizo saber a sus seres queridos cuanto los ama.

- ¿Esa camisa es de Tadashi? - Preguntó su tía desde la pantalla del celular del chico.

- Oh... sí. - Asintió. - Siento que me sigue quedando grande...

- ¡Se te ve bien, campeón! - Lo elogió Diego.

- Gracias, tío... - Rio. - Oigan, yo... perdón, pero me van a odiar por esto...

- ¿Qué pasa, cariño? - Preguntó Cass con un tono suave.

- Los Rivera me perdonaron y quieren que pase navidad con ellos.- Mintió, con un fuerte nudo en la garganta. - Lo siento, no pude negarme.

- Oh... está bien, no te preocupes. - Asintió su tía un tanto decepcionada, pero feliz de que hayan resultado las cosas con la otra familia.

- No hay problema, amigo. Tu disfruta, ya habrán otras fiestas. - Comentó el amistoso hombre y al chico no podía rompérsele más el corazón.

- Te ves cansado, cielo... no sé que horas son allá pero deberías dormir. - Comenta su tía.

- Dentro de poco serán las ocho, pero... sí, ya me gustaría irme a descansar.

- Te extrañaremos. - Dijo con cariño su tía.

- Yo también los extrañaré... mucho. - Dijo honesto.

- Que descanses, Hiro. - Se despide su tío.

- Espero hacerlo. - Sonrió el muchacho. - Los amo.

- ¡Y nosotros a ti! - Se despidieron sus tíos y colgó la llamada.

Suspiró e intentó no llorar para poder hablar con su prima, quien tristemente no pudo contestar su teléfono, así que recurrió a dejarle un mensaje de voz.

- Megan, me... gustaría hablar contigo. Por favor, contesta... - Dejó el mensaje y recordó lo que se supone estaba haciendo su prima. - Ah, cierto... la fiesta. - Le dejó un nuevo mensaje. - Oye, acabo de recordar que estás en la fiesta de Heather... ignora el mensaje anterior, no es importante. Espero y te la estés pasando bien.

Y dejó su celular en el lavabo, junto a la navaja que pronto utilizaría y abrió la llave de la regadera para que la tina se llenara. Pero antes de cometer su ultima tarea, fue hasta su mochila, sacó un lápiz y una hoja en blanco, en la que escribió el abecedario, un "SÍ" y un "NO" en la parte superior, y en medio de estos un torii.

Se acercó a la pequeña ventana del baño y la abrió para permitirle el paso a la entidad que iba a llamar.

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Sofocantes MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora