Llave 35

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Mientras el recorrido hacia el hogar de los hermanos Kim se mantenía ameno, los pensamientos que invadieron a JongDae en ese momento le hicieron preguntarse algunas cosas.

Como el hecho de...por que después que dejaron al pequeño JongIn en su casa, el clima no parecía ser tan frío si no, mas bien, una brisa fresca pero a la vez cálida.

Tan cómodo.

—JongDae.

El mencionado se giro y observó con detenimiento a MinSeok.

—Gracias por acompa-

—Perdón.

El castaño dejo su boca entre abierta. No esperaba exactamente esas palabras, sobre todo de JongDae. Su tarde había sido muy cómoda y tranquila, pero el sentimiento que surgió en su pecho ante ello, no fue como la primera vez.

Ahora se sentía...un poco más tranquilo, como si al compartir esa preocupación, aun que el pelinegro no estaba enterado de casi nada, era de cierta manera, reconfortante.

La mirada de ambos se conectó por unos momentos y JongDae no sabia en que momento acorto la mayor parte de distancia entre ellos.

MinSeok sentía la tibia respiración de JongDae. Sus mejillas se pincelaban de un bonito rosado. Sabia que debía alejarse y desviar su mirada para seguir el camino a casa, pero...

Esos ojos...son tan profundos y hermosos.

Fue el primer pensamiento del castaño, ese pensamiento fugas fue el detonador para darse cuenta de algo mas que solo notar unos ojos intensos. JongDae estaba mostrándose sincero y preocupado con él.

Por él.

JongDae estaba en otra situación. Esos ojos mieles estaban brillando, jugando con su paz mental, y podría incluso atreverse a decir que también su corazón pareciera entrar en el juego.

Pero no era un juego.

Y eso...le alarmo un poco.

—Volvamos a casa—el castaño carraspeo al caer en cuenta que su mirada siempre estuvo sobre JongDae—Hay que llegar por que después...será tarde.

El pelinegro solo asintió en silencio y desvió su mirada con un leve sonrojo en sus mejillas. Pero no se oponía, su corazón estaba en calma.

Y estaba bien, buscaría un buen momento para poder hablar con MinSeok y darle su espacio. Se lo debía.

—Vamos—se atrevió a sonreír levemente.


[.....]


—Kim, Diga.

Buenas tardes señor Kim—hablo una mujer a travez de la linea telefónica—Solo para informarle que habrá una reunión de la editorial del aniversario de la empresa el día de mañana.

—No puedo asistir—respondió desinteresado.

Es obligatorio—dicto—tendremos un invitado presente que quiere tener un emprendimiento sobre su último trabajo y su libro recién lanzado. El lo requiere especialmente a usted.

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