4-HACER EL AMOR CON ROPA

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—... Uufff, esto se ve muy mal— decía la abuela de Valentina mientras revisaba la herida de Juliana, quien estaba sentaba en el sofá de la sala, junto a Valentina

—¿tienes algún remedio casero que pueda curarle eso, abue?— le preguntó Val

—esto no son simples rasguños, más bien son heridas profunda. Pero sí, creo que puedo hacer algún remedio que sirva— explicó la mujer mientras le bajaba la playera con delicadeza— ¿entonces esto te lo hiciste cómo?— le preguntó a Juliana, quien miró a Valentina

—como le dije anteriormente: yo estaba en la granja de mi tío y me caí de espalda entre una cerca de alambres de púas— mintió la morena

—oo-key— expresó Elena no muy convencida— más bien parece que un animal salvaje estuvo sobre ti— dijo mirando a Valentina, quien tragó saliva— bueno, iré al mercado por algunas cosas que puedan servir para curar esto

—¿quiere que la lleve?— se ofreció Juliana

—no, tú te quedas aquí— le dijo rápidamente la señora, para después acercarse a un cajón y sacar un envase de allí—mientras tanto ve aplicándole un poco de esta crema— dijo pasándole el pequeño envase a su nieta. Ella lo tomó— al rato vuelvo

Elena se retiró, mientras que Valentina se quedó aplicándole la crema a Juliana.

—tus manos se sienten suaves y tiernas— le dijo Juliana mientras Valentina le aplicaba el remedio

—mis manos fueron las que te hicieron esto. No está bien que las elogies

Juliana se dio la vuelta y se puso frente a ella. Luego le quitó el envase que tenía en las manos y lo colocó en la mesita de centro.

—Val...— empezó diciendo mientras se acercaba más a la castaña, quien se tensó un poco— quiero que sepas que, a mí me encantó estar contigo, y no me importan estas heridas. Tú me gustas, me gustas mucho y quiero que volvamos a estar juntas. Sólo tú y yo, nadie más— le dijo, antes de unir sus labios con los de ella

Lentamente y sin dejar de besarla la acostó en el sofá, haciéndola quedar debajo de ella. Con una mano la agarró por el rostro y con la otra le agarró el muslo y lo elevó un poco, para lograr que la castaña entrelazara las piernas sobre su cintura. Mientras la besaba se movía sensualmente, haciendo que su pelvis rozara su parte íntima, algo que hizo gemir a Valentina.

—te deseo, mucho— le susurró entre sus labios, antes de ir hasta su cuello y empezar a besarlo. Valentina la tenía agarrada por la cintura e hizo los movimientos aún más rápido

Juliana sabía que la castaña estaba muy excitada, así que decidió hacerle el amor con ropa.

—¡ha, sí!— gimió Valentina cuando Juliana le sacó uno de sus pecho y  empezó a chuparlo con lujuria— ¡ha, Juls, ya casi!—le dijo en medio de un gemido mientras le apretaba el trasero

—me gustas, mi amor. Me encantas— le susurró mientras subía por su cuello, para luego llegar hasta su boca y besarla con mucho deseo

—¡mierda!— exclamó Valentina al sentir el orgasmo recorrer todo su ser. Juliana la besó fuerte y luego la abrazó

—creo que tendremos que cambiarnos los calzones— le dijo Juliana de manera graciosa, recostada en su pecho

—me parece que la ropa también— dijo Val riendo bajo. Juliana la miró rápidamente, al escucharla reír— ¿Que?— le preguntó al verla perdida en su mirada

—tienes una hermosa sonrisa, me encanta verte sonreír. Deberías hacerlo más a menudo— le dijo antes de darle un tierno beso en los labios. Valentina volvió a sonreír

EL Candelabro De Oro| CONCLUIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora