7- DENTRO DE MÍ

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Valentina Pov.

Vi su cuerpo marcado por mis garras e inmediatamente empecé a curarla, había llevado conmigo el remedio de mi abuela, claro a escondida de ella, yo sabía muy bien que esto volvería a pasar. Me sentía muy mal al verla así, pero por más que lo intentaba no podía evitar que saliera lo que tengo dentro de mí, tampoco me pude aguantar las ganas que tenía de poseer a Juliana. El solo hecho ella besarme me ponía a mil por hora y una excitación que yo no podía controlar.

—perdón, nuevamente— le dije mientras le aplicaba el remedio en su espalda

—ya te dije que no tienes que pedirme perdón, Val. Esto es algo que yo quise y disfruté mucho

Me sentí un poco mejor al escucharla decir eso. Me alegraba saber que disfrutó estar conmigo, a pesar de las heridas que le provoqué durante toda la noche. Sí, amanecimos cogiendo.

—Val, hay algo que quiero preguntarte— me dijo un poco apenada. Yo continuaba curando su espalda, ella sentada en la orilla de la cama y yo hincada sobre ésta

—¿si?, dime

—¿por qué tienes tatuado el candelabro que está en tu sala?, ¿es alguna promesa o algo así?

Yo sabía que Juliana no iba a aguantar más la curiosidad, sabía que esa pregunta me la haría tarde o temprano. Es por eso que me preparé para contarle.

—bueno...— empecé diciendo mientras tapaba el remedio. Le di un suave beso en la espalda y luego me senté a su lado. Ella me sonrió— en realidad lo que tengo en mi espalda no es un tatuaje, es una marca de nacimiento— le dije y ella puso los ojos en grande

—¿es en serio?, ¿o simplemente estás bromeando?— preguntó con asombro

—Juls, hay algo que tienes que saber sobre esa marca— dije tomando sus manos. Ella me miró, muy atenta a lo que yo le iba a decir— esa marca es de una mal...

—¿Juli?, estás despierta?— un llamado detrás de la puerta me interrumpió. Juliana se puso de pie rápidamente

—¡es mi mamá!— exclamó en voz baja

—¡Juliana ya te escuché!, ¿puedo entrar?— la mujer tocaba la puerta

—¡sí mamá, estoy despierta. Espera!

Juliana se puso rápidamente una pijama. Luego me hizo seña para que me acostara en la cama y me ocultara con las sábanas. Aclaró un poco su garganta y luego abrió la puerta, no mucho, ya que no quería que su mamá entrara.

—saliste antes de trabajar— escuché que le dijo con su voz un poco nerviosa

—son las siete de la mañana, Juliana. ¿Qué querías?, ¿que me quedaras corrido trabajando?

—estemm, no no, para nada. Es que no vi la hora

—¿y tú?, ¿no vas a desayunar?

Bajé un poco las sábanas para poder verlas, y vi como Juliana trataba de todas formas evitar de que su madre mirara hacia adentro.

—hoy es sábado, mamá. Dormiremos hasta tarde— cerré los ojos al darme cuenta que Juliana metió la pata

—¿dormiremos?. O sea que estás con alguien ahí— su madre trataba de mirar pero Juliana lo seguía impidiendo

—no mamá, es que, bueno— titubeó y eso hizo que su madre se diera cuenta de que sí estaba con alguien

—Juliana Valdés, no me digas que Fernanda durmió aquí— me dio rabia escuchar eso— ¿qué te he dicho de traer a tus noviecitas aquí?. Esta casa se respeta Juliana— su madre se escuchaba muy enojada, y tenía sus razones

EL Candelabro De Oro| CONCLUIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora