5- AL MISMO INFIERNO

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Valentina Pov.

Me quedé un poco pensativa al ver lo seria que me habló mi abuela, también me dio un poco de miedo. De todas formas la seguí hasta la sala.

—¿si abue?— le pregunté al llegar a la sala

—sientate por favor— me pidió señalando el sofá. Yo asentí y ella se sentó frente a mí— no te voy a hacer ningún reproche, tampoco te voy a regañar como a una niña chiquita

—ve al grano, abue. Me estás asustando— le dije con apuro

—sé muy bien que esos arañazos se los hiciste tú a esa muchacha— puse los ojos en grande al escuchar eso

—abue, yo... En realidad, yo...— ella me interrumpió en medio de mi titubeo

—ya habíamos hablado sobre esto, Valentina; te he dicho que no es buena idea que salgas con alguien, y mucho menos que tengas relaciones sexuales. Sabes muy bien que es un peligro— dijo que no me reprocharía, pero de todas forma lo hizo

—¿pero por qué, abuela?, yo también tengo derecho a estar con alguien— le dije con frustración

—está demás que me preguntes eso, mi niña. Sabes muy bien las consecuencia de todo esto. Mira como le dejaste la espalda a esa pobre chica

—no fue mi intención. Te lo juro abuela— le dije con tristeza. En verdad nunca quise lastimar a Juliana

—y lo sé mi amor. Sé que no fue tu intención, pero necesito que entiendas que yo solo quiero protegerte— me dijo un poco calmada

—pero abue...—yo intenté decir algo, pero nuevamente me interrumpió

—¿te imaginas qué sucedería si alguien te descubre?. Ya perdí a mi hijo y no quiero perderte a ti— me dijo y yo quise entender

—te juro que nadie sabrá de mi maldición. Pero por favor, no me prohibas ver a Juliana

—no te voy a prohibir que la veas, simplemente te voy a pedir que no salgas más con ella, que no estén a solas o que tengan ese tipo de contacto otra vez

Un nudo se formó en mi garganta, tenía ganas de llorar y salir corriendo.

—Juliana me gusta, abue. Ella me gusta mucho y no quiero alejarme de ella. Y me importa una mierda la estúpida maldición— dije con seguridad y sin miedo

—entonces me imagino que no la quieres, y simplemente deseas su cuerpo— eso me dolió un poco, ya que no es cierto

—yo si la quiero y siempre la he querido. Desde el primer día que la vi llegar a mi curso. Desde ese día me flechó— dije con sinceridad

—entonces tienes que protegerla, y sabes muy bien como tienes que hacerlo. Así que será mejor que no vayas a dormir a su casa— un fuerte dolor se apoderó de mi pecho cuando me abuela dijo eso

—pero ya me diste el permiso, abue. Por favor no me hagas esto— rogué con mis ojos aguados

—sí te lo había dado, pero lo pensé mejor, y creo que no deberías estar cerca de Juliana

—esto no es justo. Todos los chicos de mi edad tienen parejas, amigos, se divierten... Y yo... Yo sólo veo personas cuando voy a la escuela— dije con frustración

—es que no eres como los demás chicos, tú eres diferente. Tú eres...

—¿una anormal?, ¿un fenómeno a quien nadie quiere?. ¿Eso es lo que soy abuela?— le dije y me puse de pie. Ella también lo hizo— ¿tú también crees que soy una cosa rara?

EL Candelabro De Oro| CONCLUIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora