9- LA BENDICIÓN

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Maratón 2/3

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Valentina Pov.

Aunque no lo di a notar mucho yo también estaba nerviosa, no más que Juliana, quien sudaba frío de tan nerviosa que estaba. En realidad se veía bastante mal, era como si estuviera llorando por dentro y que se esforzaba en ocultarlo.

—Bueno, abue— empecé diciendo tomando la mano izquierda de Juliana— lo que queremos decirte es que...— di un leve suspiro antes de soltar lo que iba a decir— Juliana y yo tenemos una relación, somos novias— dije sin titubeos. Juliana apretó un poco mi mano

—pensé que me ibas a decir algo que yo no sabía— dijo mi abuela. Juliana y yo nos miramos— ¿acaso creen que no me había dado cuenta de su romance?, ¿creen que porque soy vieja no veo y no escucho bien?. Pues creyeron mal— Juliana y yo tragamos saliva

—y entonces, ¿qué piensas sobre todo esto?— le pregunté

—sabes muy bien lo que pienso, Valentina. Pero creo que está demás lo que yo piense— dijo poniéndose de pie— por lo visto terminaste haciendo todo lo contrario a lo que te dije que no hicieras— dijo y luego se retiró

—iré hablar con ella— le dije a Juliana  poniéndome de pie para ir tras mi abuela, quien se fue hacia la cocina

Entre y la encontré sentada en el comedor. Estaba muy pensativa y se veía triste.

—abue, ¿podemos hablar?— dije poniéndome frente a ella

—ya lo que hiciste está hecho, y no te pienso reprochar nada. Así que no te preocupes— me dijo sin ni siquiera mirarme a la cara. Arrastré un poco la silla que estaba junto a mí y luego me senté

—yo no quiero que me reproches nada, abue. Yo simplemente quiero que me des tu bendición— ella me miró

—¿es en serio, Valentina?, ¿quieres que te de la bendición para que acabes con la vida de esa niña?— me dijo un poco enojada

—yo no soy una asesina, no hables así por favor— dije con tristeza

—tú no, pero esa cosa que tienes dentro sí lo es— dijo señalándome— ¿ya le dijiste la verdad?— yo bajé la mirada y negué con la cabeza— ¿entonces piensas tenerla engañada?

—se lo diré, pero en su momento

—¿cuándo?. ¿Cuándo lo que tienes salga y la ataque?

—eso no pasará, abue. Yo amo a Juliana y soy feliz con ella— le dije con sinceridad— por favor abue, acepta mi relación con Juliana. Tú sabes muy bien que si estoy feliz esa maldición no me afectará— le rogué

—¿y estás segura de lo que ella siente por ti?. Porque no me gustaría ver que ella te haga sufrir, y que por culpa de eso vuelva a salir esa cosa

—tranquila abue. Juliana me ama, y jamás me haría sufrir. No te imaginas lo felices que somos— dije con ilusión

—bueno, confiaré en ustedes, les daré un voto de confianza— sonreí al escucharla— pero primero tienes que decirle toda la verdad. Es tu novia y no puedes ocultarle algo así, ¿no?

—tienes razón. Pero me da un poco de miedo su reacción

—si ella en verdad te ama, te aseguro que lo va a entender. Así que vamos a la sala, necesito darles mi bendición— dijo poniéndose de pie—¿vamos?

Yo me puse de pie y me acerqué a ella, luego la abracé.

—gracias, abue. Gracias por entenderme— le dije en medio del abrazo. Ella acariciaba mi espalda

—tu felicidad también es la mía, mi niña— me dijo haciendo el abrazo más fuerte— vamos, tu novia te está esperando— dijo rompiendo el abrazo

Nos dirigimos hacia la sala y allí estaba Juliana, chupando tres de sus dedos de la mano izquierda. No sabía el porqué, pero se veía muy graciosa y tierna a la vez. Sacó sus dedos de la boca y se puso de pie rápidamente, al vernos llegar. Yo me acerqué a ella y la agarré por la cintura.

—perdón por la espera— le murmuré cerca del oído. Ella me guiñó un ojo en señal de que estaba bien

—y bien. Sin mucho preámbulo les diré lo que pienso sobre su relación— empezó diciendo mi abuela. Tomé la mano derecha de Juliana y la apreté un poco— pienso que ustedes dos se ven muy bien juntas y que tienen todo el derecho de ser felices, sin que nadie se los impida— nosotras nos miramos y sonreímos al escuchar a mi abuela— es por eso que les doy mi bendición y acepto su noviazgo

Abrió sus brazos, nosotras fuimos hacia ella y la abrazamos.

—gracias, abue

—muchas gracias, señora Elena

—bueno, ahora las dejo— dijo rompiendo el abrazo— creo que ustedes dos tienen que hablar. ¿No es así, Valentina?— Juliana me miró un poco confusa, antes de que mi abuela se retirara

—¿a qué se refiere tu abuela con eso de que tenemos que hablar?, no entiendo

Rápidamente Juliana me preguntó y yo sentí que ya estaba lista para contarle toda la verdad.

—vamos a mi recámara, necesito enseñarte algo— extendí mi mano y ella la tomó

Subimos a mi cuarto, busqué rápidamente en el cajón de mi escritorio una pequeña libreta de cuero marrón.

—no entiendo nada, Val— me dijo Juliana acercándose a mí

—ten, ahí entenderás todo— le dije pasándole la libreta. Ella la tomó un poco confundida

—¿y esto?

—ahí está mi vida, Juls. Ahí está escrito todo lo que soy, y espero que no te arrepientas de estar conmigo, después de que leas lo que dice aquí— concluí diciendo poniendo mi mano sobre las manos de Juls, quien me miró muy confundida...
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EL Candelabro De Oro| CONCLUIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora