22- UN TRISTE ADIÓS

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Cuatro de la mañana: el celular de Juliana sonaba sin parar, algo que hizo despertar a Valentina.

—chiquita..— musitó la castaña dándole unas leves palmadas al hombro de su novia— chiquita, despierta— le decía entre sueño

—¿uh?, ¿qué pasó, Val?— renegó Juliana sin querer despertar

—tú celular, no para de sonar. Por favor contesta— dijo Valentina acomodándo su cabeza sobre la almohada para continuar durmiendo

Juliana tomó el celular, el cual estaba en la mesita de luz. Terminó de despertar al ver todas las llamas perdidas que tenía de su madre.

Salió rápidamente de la cama, y luego de la habitación. No quería despertar a su novia.

—hola, ma'. ¿Estás bien?, ¿por qué me llamas a esta hora?— habló Juliana en voz muy baja—... Tranquila, ma'. Habla despacio, no te entiendo nada... ¿Qué?— Juliana se quedó boquiabierta al escuchar lo que le dijo su madre— ¡oh por Dios!— exclamó en voz baja—... Sí ma', al rato salimos para allá

Después de colgar la llamada recostó su frente de la pared y se quedó pensando, al parecer la morena había recibido una trágica noticia.

Entró a la habitación y se sentó en la orilla de la cama, del lado de su novia, quien dormía profundamente.
Juliana puso su mano sobre la espalda de ésta y empezó a despertarla.

—Val...— la llamó en voz baja— Val mi amor, despierta

—¿qué pasó Juls?, ¿qué hora es que me estás despertando?— dijo dándose la vuelta y quedando boca arriba

Juliana la miró con tristeza, trató lo más que pudo de que sus lágrimas no salieran. Pero fue imposible, no pudo evitar que sus lágrimas empezaran a bajar por sus mejillas cuando miró a su novia.

—Juls, ¿por qué lloras?

Juliana se limpió las mejillas.

—tenemos que irnos, Val. Tenemos que volver a la ciudad

—Juliana por favor, dime qué es lo que está pasando— le exigió Val un poco angustiada

—es tu abuela, Val...— sollozó la morena sin poder terminar de hablar. Valentina puso los ojos en grande y Juliana la abrazó— lo siento, morrita. Lo siento mucho— le decía mientras la abrazaba fuerte

Valentina soltó un fuerte grito, un grito de impotencia y angustia al entender a que se refería su novia; su abuela estaba muerta y eso le había destrozado el corazón.

—¡noo!... Mi abulita no, Juls— sollozó la castaña entre el hombro de su novia, quien lloraba con ella mientras la abrazaba fuerte...
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Horas Más Tarde...

—... ¿Se durmió?— le preguntó Lupe a Juliana, quien llegaba a la sala

Valentina y ella se habían ido a la casa de Lupe.

—sí, por el momento

—con ese sedante que le apliqué logrará dormir algunas horas... Pobre niña, se ve que amaba mucho a su abuela

—la ama, mamá. Y siempre lo hará — la corrigió su hija

—tienes razón

—¿y qué dice la policía?, ¿ya investigaron algo?— preguntó Juliana un poco curiosa

—aún no saben cómo se produjo el incendio

—mamá, tengo que salir. ¿Podrías cuidar de Val?

EL Candelabro De Oro| CONCLUIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora