11- PEQUEÑAS TRAVIESAS

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Valentina Pov.

Llegamos a casa de Juliana junto con mi abuela, a quien fue un poco difícil convencer. Ya Lupe había preparado todo para la hora que llegamos. Juliana fue a ducharse y yo me quedé en la sala conversando con Lupe y mi abuela... Bueno, en realidad yo las escuchaba a ellas conversar, ya que no paraban de hablar entre ellas.

Minutos después bajó Juliana ya lista para la cena. Se veía tan hermosa que, quería comérmela a besos; ella no estaba nada elegante, para nada, pero, con el simple top crop y la minifalda de jeans que traía puesto era suficiente para volverme loca.

—... ¿Tarde mucho?— me preguntó sentándose a mi lado y tomando mi mano. Yo sonreí y negué con la cabeza. Ella me besó

—estás hermosa— le dije mientras ella acomodaba mi pelo

—no más que tú— dijo acariciando mi mejilla—sé que ya te lo había dicho antes de salir de tu casa, pero me encanta tu nuevo peinado y me alegra ver que ya no ocultas tu hermoso rostro, ni ese hermoso ojo rojo que combina perfectamente con tu otro hermoso ojo azul

Yo había optado peinarme con el cabello un poco más recogido, suelto, pero sin que me cubriera una parte de la cara. Eso a Juliana le gustó mucho, aunque ella no me pidió que lo hiciera, ya que le gustaba de la manera que yo eligiera peinarme. Pero ella quería que yo tuviera mi autoestima alta, y que me mostrara tal y como soy, sin pensar en el qué dirán los demás.

—¡ejem!— Lupe aclaró su garganta, logrando sacarnos de nuestro romántico transe— bueno tortolitas, ya es hora de cenar. Así que vamos a la mesa— dijo poniéndose de pie. Nosotras tres la imitamos

La cena iba de maravilla; entre las historias denuestras madres, y las caricias que nos hacíamos Juliana y yo por de bajo de la mesa, todo era perfecto. Hasta que se me ocurrió meter mi mano entre la falda de Juliana y tocar su húmedo centro, haciéndola derramar el jugo que tomaba.

—¿estás bien mija?— le preguntó su madre. Juliana asintió con la cabeza

—es que, me atore con el jugo— dijo antes de fingir toser

—bueno, cuidado y te ahogas. No quieras dejar viuda a Valentina antes de que se casen— dijo de forma graciosa. Y esta vez quien se atoró fue mi abuela al escuchar lo que dijo Lupe

—¿y a qué universidad piensas ingresar, Juliana?— mi abuela cambió el tema de inmediato— ¿ya te aceptaron en alguna?

Yo me di cuenta que no le gustó para nada escuchar a Lupe hablar de casamiento.

—bueno... En realidad, aún estoy viendo en donde puedo solicitar. Mis calificaciones no son tan buenas que digamos. Así es que, no tengo muchas opciones— dijo Juliana con un poco de vergüenza

—¿y cómo la vas a tener si te has pasado todo el año de fiesta en fiesta?. Tanto que te lo advertí

Los reproches de Lupe se dieron a notar de inmediato. Juliana agachó su cabeza.

—ella aún tiene tiempo para arreglar sus calificaciones— yo intervine de inmediato— ya las dos nos programamos para estudiar duro y conseguir que nos vaya muy bien a fin de año, ¿verdad, amor?— dije tomando la mano de Juliana. Ella me miró y asintió con la cabeza, dándome una hermosa sonrisa

—definitivamente Valentina es lo mejor que ha llegado a tu vida. Porque con esas muchachitas que andabas, ibas a parar muy mal. Sobre todo con la Fernanda esa— los reproches de Lupe continuaban

—ya mamá, por favor— dijo Juliana apenada

—sólo digo la verdad. Pero salud por eso— dijo Lupe agarrando su copa y poniéndose de pie. Nosotras también nos pusimos de pie y agarramos nuestros vasos—¡Valentina mija¡.... bienvenida a la familia, y gracias por llevar a mi hija al buen camino. ¡Salud!— concluyó diciendo con su copa levanta. Todas brindamos

EL Candelabro De Oro| CONCLUIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora