Abro la ventana de mi habitación, los tibios rayos del sol se cuelan por ella. Respiro profundo, dejando que el aire frío del exterior entre en mis pulmones. Veo a Panda correr por el patio, rodar en el pasto para luego pararse y seguir jugando.
Tengo la impresión de que hoy será un buen día. Salgo del cuarto y bajo las escaleras con mucha felicidad. ¿Por qué? No tengo idea, pero me siento feliz. En la planta baja todo está iluminado, las cortinas están alzadas y las ventanas abiertas, dejando que la luz y el aire recorran la casa.
Volteo hacia la sala, pero está vacía. Me asomo a la cocina y obtengo el mismo resultado.
—¿Dónde está Cristhel? — murmuro abriendo la puerta trasera. El perro sigue jugando sin prestarme atención.
Las cosas no han ido muy bien desde que llegué a esta casa. No sabía lo que podía pasar, pero jamás hubiera imaginado lo que estamos viviendo. Secuestros, explosiones, casos sin resolver. Tal vez debí aprovechar mejor el tiempo cuando estaba con mis amigos, antes de que todo se complicara.
—¿En qué piensas Ryan? — Cristhel ingresa a la cocina sorprendiendome.
—En nada — contesto simplemente.
Ella me mira con desconfianza, pero luego sonríe y abre el refrigerador para sacar un yogurt.
—Es un lindo día, ¿no crees? — comento para romper el silencio.
—Si, ya no llueve — dice ella espiando por la ventana.
—¿Qué te gustaría hacer hoy? — suelto, arrepintiendome al instante.
Cris voltea hacia mí, sus ojos me hacen desviar la mirada hacia otra parte.
—La verdad, no lo sé — contesta sentándose en un banco — ¿Tú qué piensas hacer?
Vuelvo a mirarla, está sentada frente a la isla viendo su celular. Me acomodo en un lugar frente a ella, observo como unos mechones de su cabello caen sobre su rostro, la manera en la que se muerde el labio sin despegar la mirada de su dispositivo, el instante en el que sus ojos se conectan con los míos al descubrir que la analizo.
Retrocedo por inercia, haciendo que el banco en el que me encuentro sentado se tambalee. Me sostengo de la isla para no caer, sintiendo como mi corazón late fuertemente en mi pecho. Un risa escandalosa me hace levantar la mirada.
Cristhel se ríe sin poder parar, intentando jalar aire con las manos. Su ataque de risa y sus movimientos raros hacen que también me ponga a reír.
—Te... ibas... a... caer — dice entre risas. Limpiándose unas pequeñas lágrimas de los ojos.
—No es gracioso — me quejo.
Ella logra controlarse un poco. Cierra los ojos mientras hace respiraciones intentando no volver a reírse.
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Anónimos ||Pausada||
Novela JuvenilLa vida siempre da giros inesperados, y tal vez eso es lo que la hace divertida, la curiosidad de saber que te depara el destino. Sin embargo, la sorpresa no siempre es grata. Las vacaciones navideñas son una época para compartir con la familia y lo...