Capítulo 22

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El momento a llegado

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El momento a llegado. He esperado dos horas desde que Ryan se fue a dormir. Esta es mi oportunidad. Doy un último vistazo a la cámara de su habitación, a través de mis lentes puedo ver que está acostado en su cama, sin moverse; con suerte ya está dormido.

Guardo los lentes en mi mochila, me la cuelgo al hombro y salgo de mi habitación. Bajo en silencio las escaleras, alumbrando el camino con la linterna de mi celular. Atravieso la cocina y salgo por la puerta trasera.
Panda nota mi presencia, se levanta perezoso y se sacude para después estirarse.

—En silencio amigo — susurro, mientras cierro la puerta con cuidado.

Él mueve la cola. Le acaricio la cabeza antes de continuar mi recorrido. Camino rápidamente por el patio hasta llegar a la barda, donde una puerta se oculta detrás de las enredaderas.

Los pasitos de Panda y el sonido de los bichitos del jardín son lo único que se escucha a esta hora. Meto la mano entre las plantas hasta tener contacto con el frío metal.

Doy una última mirada a la casa, nada parece fuera de lugar. Me interno entre las enredaderas, deslizo suavemente el panel que cubre el tablero. Una pequeña luz ilumina la pantalla y el teclado. Ingreso la contraseña, el seguro se quita con un leve sonido.

La cabeza de Panda se asoma entre las plantas.

—Tú debes quedarte aquí y cuidar la casa — ordeno acariciándolo.

El perro solo mueve la cola. Lo empujo levemente para evitar que salga, abro y cierro la puerta lo más rápido que puedo detrás de mí. El seguro suena avisando que está activado. Tanteo la pared buscando el botón que permite acceder a las cámaras de seguridad. Este se sume a mi tacto y una pequeña pantalla aparece mostrándome dos ángulos.

La cámara que da hacia el patio solo enfoca la cola de Panda que se aleja en dirección a la casa. La de afuera muestra una calle totalmente vacía. Vuelvo a presionar el botón y la pantalla se oculta.

Me coloco la capucha de mi sudadera y salgo hacia la calle. Debo darme prisa si quiero regresar antes del amanecer. La escuela primaria queda a una hora de aquí.

Camino por las calles vacías, recordando la última vez que hice algo como esto; aunque esa noche era más temprano, y no estaba sola. Alejando de mi mente la imagen de mi mejor amigo durmiendo en la calle, apresuro el paso para llegar más rápido a mi destino.

Debo admitir que me costó un poco deducir esa nota, aunque al final pude hacerlo. No tuve la oportunidad de ir durante el día, pero la noche es perfecta para esta operación. Papá siempre dice que las personas salen de noche para hacer cosas ilegales. Bueno, infiltrarse a una escuela no es algo que se considere legal.

A una cuadra de mi objetivo, abro mi mochila y me coloco los lentes, activando la visión nocturna. La calle está vacía y silenciosa, agradezco que ningún auto pase por aquí. Al final de la cuadra puedo ver la barda color azul de la institución a la que me dirijo.

Anónimos ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora