Capítulo 5

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—El avión está listo y en posición — me informa Luis

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—El avión está listo y en posición — me informa Luis.

—No sé si es una buena idea — confieso estrujando el papel en mi mano.

Cuando regresé a casa el otro día, encontré un papel en el camino, junto al portón. No puedo creer que esto vaya más allá de lo que creímos, empiezo a sentir miedo por la vida de mi amigo y su hijo, tal vez sea mejor cancelar la misión y salvarlos a todos, estoy seguro de que Sara entendera eso.

—Yo sé lo que piensas, pero no te preocupes George, todo está bajo control. Cristhel estará bien, nosotros llegaremos a salvo y todo saldrá perfecto — intenta animarme Luis.

—No quiero perderlos Luis. Voy a cancelar la misión — digo con seguridad tomando mi celular.

—¡No lo hagas! Debemos descubrir quien mandó esos anónimos, y también ayudar a Sara, siento que todo está relacionado. Escuchame Jorge. Por una vez en tu vida hazme caso.

—Siempre te escucho Luis. Cada decisión importante pasa por los dos, pero no creo que...

—¿Que sea lo mejor? Estoy seguro de que tu princesa quiere que no canceles la misión. Además si no fuera algo grave, Sara no hubiera pedido refuerzos.

Medito sus palabras, encontrando verdad en ellas, mi prima jamás me hubiera molestado de no ser por algo importante. Necesita mi ayuda, y no se la puedo negar, ella pidió agentes especializados en inteligencia, y solo puedo enviarle a dos.

—Estoy confundido — susurro viéndolo a los ojos.

Luis sonríe, como siempre lo ha hecho. Camino hacia la ventana y contemplo el paisaje urbano que se extiende ante mis ojos.

—En alguna parte está el autor de los anónimos, y sé que lo van a encontrar — dice Luis llegando a mi lado.

—¿Y si él actúa primero? No quiero que nada malo le pase a mi hija.

—Jorge, creeme cuando te digo que todo va a estar bien.

Mis ojos se dirigen hacia la fotografía en mi escritorio. Esa niña parece tan feliz sobre mis hombros, lo veo en la gran sonrisa que ilumina su rostro. No puedo dejar que nada le pase.

—Deberías mandar ambos papeles al laboratorio — sugiere Luis —, tal vez puedan descubrir si son del mismo autor.

—Claro que son del mismo autor.

Busco una pequeña llave y abro un cajón de mi escritorio. El pequeño trozo de papel se asoma amenazante desde el interior, lo tomo para compararlo con el otro.

—Vamos, tal vez encontremos a su autor, no se sabe — finaliza con una sonrisa.

Cierro el cajón nuevamente y guardo la llave. Sigo a Luis hasta el departamento de inteligencia. A lo lejos veo a un chico sentado junto a la escalera, viendo distraídamente su celular. Me acerco lentamente desviándome un poco del camino.

Anónimos ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora