Abro la ventana de mi habitación, el aire helado del exterior choca contra mi cara. Grandes nubes grises ocultan el sol, haciendo que el ambiente esté más frío. Probablemente llueva más tarde.
Tomo mi mochila y busco aquel papel dentro de uno de los bolsillos. Veo la sudadera de Alex, sonrío recordando el día que se la quité. Me la coloco para amortiguar el frío de mi habitación, el aroma de su perfume impregnado en la prenda me hace sentir como si él estuviera aquí. Lo extraño demasiado.
Me acuesto en la cama dispuesta a descubrir el contenido de ese nuevo papel. Ayer fui al café donde el desconocido me había citado. Esperé mucho tiempo, pero nada raro pasó, solo había personas aparentemente normales.
Antes de irme noté algo raro en el borde del mantel, parecía una flecha, casi imperceptible, apuntando hacia abajo. Vi hacia el piso, no había nada. Pasé una mano bajo la mesa tocando algo extraño, un papel. Lo despegué discretamente y lo guarde en mi mochila. Ahora estoy lista para leer su contenido.
Hola querida amiga.
Seguramente me esperaste ayer, ¿cierto? Como te habrás dado cuenta, no voy a revelar mi identidad, pero eso no significa que no voy a ayudarte a encontrar a tu padre. Vamos a jugar un juego. ¿Recuerdas tu infancia? Supongo que sí.
Ve al lugar donde pasabas más tiempo con tu padre, aquel donde jugabas casi todos los días. Llega a la misma hora que él te llevaba. Es bonito recordar el pasado, si lo haces bien, de seguro encontrarás una nueva nota.
Suerte...
Medito por un segundo sus palabras, leyéndolas nuevamente. ¿Lugar donde pasaba más tiempo? ¿Mi infancia? Esto se está poniendo raro... ¡¿Quién rayos es esta persona?!
—¿Quién es? ¿Quién es? — murmuro viendo el techo de mi cuarto.
Me pongo a pensar en los lugares donde pasé más tiempo con mi papá. Esta casa... La agencia... ¿Donde más? Solo recuerdo esos...
Aquel donde jugabas casi todos los días... Solo hay un lugar donde hacía eso.
El problema ahora es, ¿cuándo debo ir? Releo la nota, pero no encuentro una fecha, solo menciona hora, la hora en la que iba con mi padre.
Me paro de la cama y voy nuevamente hacia la ventana. El cielo sigue oscuro, con ganas de soltar el agua contenida por las nubes, pero si eso pasa antes de que la hora indicada llegue, la nota puede estropearse.
Veo la hora en el reloj que está en mi mesa de noche, marca las diez de la mañana, aún faltan muchas horas. Dicen por ahí que el tiempo pasa volando cuando estás ocupado, así que meto el papel en uno de los cajones de la mesita, tomo mi mochila y me voy a la agencia.
Cuando era niña, al salir de la escuela, Rebeca pasaba por Alex y por mí. Nos llevaba a su casa, donde me quedaba hasta que mi papá pasaba por mí a las seis de la tarde. Todos los días era así, jugar con Alex y Felipe, mientras esperaba con ansias el momento en que mi padre entraba a esa casa y nos íbamos juntos.
Antes de llegar a la casa, hacíamos una parada en el parque, era un tiempo de calidad padre e hija. Él se relajaba después de un día de trabajo, y yo aprovechaba a jugar entre la naturaleza, junto a él.
Es por eso que creo que éste es el lugar del que habla la nota.
Camino por los senderos del parque, está un tanto vacío, tal vez se debe a que el cielo sigue igual de oscuro que en la mañana. Disfruto del recorrido, recordando aquellos días cuando avanzaba saltando por estos mismos caminos.
Al fin llego al lugar indicado, una gran Ceiba me da la bienvenida. La observo por unos segundos, siempre se ve tan imponente, pero a la vez tan familiar. Volteo hacia un lado y veo aquel lugar donde mi padre se sentaba a vigilarme mientras corría alrededor del árbol, la banca que más me gusta de todo el parque, aunque es igual a las demás.
Sacudo la cabeza ahuyentando los recuerdos, enfocándome en mi tarea. El papel debe estar en alguno de esos sitios, pero, ¿en cuál? Decido comenzar buscando cerca de árbol.
Camino a su alrededor viendo el pasto que lo rodea, doy otra vuelta buscando entre sus raíces, y una tercera mirando sus ramas... Aunque éstas están muy altas. No logro ver nada sospechoso, así que cambio de lugar.
Me acerco a mi banca favorita y la inspecciono de lejos, no parece haber algo por ahí. Me acerco para verla bien, pero no descubro nada sobre ella ni en sus alrededores. Me agacho para ver debajo de ella, recordando la nota anterior, y efectivamente, un papel está pegado debajo de la banca.
Escucho pasos que se acercan, me coloco rápidamente en pié. Una señora pasa junto a mí, dedicándome una mirada extraña, le sonrío y me siento en la banca a esperar que se aleje, creo que pensó que estoy loca, pero no importa. Tanteo el papel con mis dedos y comienzo a despegarlo con cuidado.
Cuando logro mi cometido, volteo hacia los lados para asegurarme de que no hay nadie cerca, y levanto el papel. Un sobre fabricado de hojas blancas, perfectamente sellado, con los restos de cinta aún adheridos. Le retiro la cinta y lo guardo en mi mochila para revisarlo en un lugar seguro.
Le doy una última mirada a aquel árbol y a la banca, un trueno se escucha a lo lejos. Sonrió, mientras gotitas casi imperceptibles caen sobre mí.
—Espero que estés bien papá — susurro al aire, antes de darme la vuelta y regresar a casa.
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Anónimos ||Pausada||
Teen FictionLa vida siempre da giros inesperados, y tal vez eso es lo que la hace divertida, la curiosidad de saber que te depara el destino. Sin embargo, la sorpresa no siempre es grata. Las vacaciones navideñas son una época para compartir con la familia y lo...