El cielo luce despejado. Los rayos del sol se cuelan sobre los techos de las casas, comenzando a calentar el ambiente. Sonrío, respirando profundamente el aire frío del exterior para después ingresar a la agencia.
—Buenos días — saludo muy feliz a las pocas personas que se encuentran en recepción.
Unos me contestan, otros solamente sonríen. Me acerco a María que acaba de colgar una llamada, hoy parece estar de buen humor.
—Hola María — digo al llegar frente a ella — ¿Cómo estás hoy?
—Muy bien, gracias — contesta sonriendo — ¿Qué se te ofrece?
—Pues... Sólo quería saber si Azucena ya está aquí.
La observo teclear en su computadora, mientras repite el nombre que mencioné.
—Azucena. No, llegará a las ocho de la mañana — informa regresando su atención a mí.
—Bien, la esperaré. Muchas gracias.
—Si gustas puedo avisarte cuando llegué — ofrece amablemente — O enviarla a tu oficina, también es una opción.
¿Mi oficina?
La oficina de mi padre querrá decir.
—Gracias, pero no es necesario. Nos vemos más tarde — me despido para ir a las escaleras.
Entro a la oficina de mi padre. Todo luce exactamente igual a la última vez que estuve aquí. Tomo la fotografía que está sobre su escritorio. Sonrío recordando ese día.
Fuimos todos a una feria. Ahí estaban presentando una obra de algo que no recuerdo muy bien. Yo quería ver lo que pasaba en el escenario, y mi papá me cargó sobre sus hombros para que pudiera hacerlo.
Luis tomó esa foto para capturar el momento. Y ahora está aquí, como recuerdo de los buenos ratos que pasamos juntos. Regreso la fotografía a su lugar, dejándome caer en la silla. Abro mi mochila justo al instante en que mi celular comienza a sonar con una llamada entrante.
El nombre de Rebeca aparece en la pantalla, haciendo que mi corazón se acelere. No he hablado con ella desde que se fue, y en este momento no creo tener el valor suficiente para hacerlo. Respiro profundo, me aclaro la voz, y contesto esperando que todo salga bien.
—¿Bueno? — digo, esperando que no note que estoy nerviosa.
—Hola hija. ¿Cómo has estado? — escucho su voz al otro lado de la línea.
—Estoy bien. ¿Y usted? — pregunto, intentando hablar con normalidad.
—Por acá todo está muy bien. Argentina es hermoso, he recorrido muchos lugares. Y lo mejor, es que he pasado mucho tiempo con Felipe.
—Me alegro por eso tía — comento sinceramente.
—He estado pensando en volver a México para nochebuena, pero no sé si mis chicos estén ahí para ese entonces — declara, y siento que se me rompe el corazón.
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Anónimos ||Pausada||
JugendliteraturLa vida siempre da giros inesperados, y tal vez eso es lo que la hace divertida, la curiosidad de saber que te depara el destino. Sin embargo, la sorpresa no siempre es grata. Las vacaciones navideñas son una época para compartir con la familia y lo...