La vida siempre da giros inesperados, y tal vez eso es lo que la hace divertida, la curiosidad de saber que te depara el destino. Sin embargo, la sorpresa no siempre es grata.
Las vacaciones navideñas son una época para compartir con la familia y lo...
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—Admite que fue una experiencia divertida — dice Javier sonriente mientras caminamos por los pasillos de la agencia.
—No le veo nada de divertido a que te traten como si fueras un delincuente — Él solo ríe ante mis palabras.
Quién diría que Cristhel me iba a mandar a ser interrogado como si del peor criminal se tratase. No puedo creer que ella me olvidara, o más bien, me alejara. Porque tengo claro que lo hizo para deshacerse de mí.
—Bueno, me voy a casa — informa el chico señalando la entrada de la agencia.
—Esta bien, yo buscaré a Cristhel. Nos vemos.
Él se despide con la mano y se va. Me acerco a María que está revisando unos papeles en la recepción.
—Buenas tardes. ¿De casualidad sabe si Cristhel sigue en el edificio? — pregunto amablemente.
—No, salió hace una hora — contesta mirándome fugazmente y regresando su atención a los papeles.
—Gracias — es lo único que menciono.
¿Así que me abandonó? Creo que en verdad no quería que yo la acompañara.
Salgo de la agencia y me voy caminando hasta su casa. El aire fresco recorre mi cuerpo mientras avanzo lentamente por la acera. Puedo ver como en algunas casas las personas comienzan a colocar sus decoraciones navideñas.
Llego al parque, donde varias personas observan a un hombre inflando un muñeco de nieve. Paso junto a otros hombres que decoran un árbol con luces de colores. La ciudad se está poniendo festiva.
Entro a la casa de Cristhel. Justo a mitad del camino de piedra está nada más y nada menos que el perro de Alex, durmiendo a patas abiertas. Al notar mi presencia comienza a menear la cola e intenta pararse, retorciéndose en su lugar.
—Eres puro dormir — le reclamo al can cuando logra ponerse en pié.
Termino de llegar a la entrada con Panda siguiendo mis pasos, abro la puerta y observo como el perro se escurre entre mis piernas y camina como dueño de casa hacia la cocina.
—Si Jorge te viera, me mataba — le digo viéndolo sentado junto a la puerta trasera.
Él ladra y menea la cola. Tomo su plato, le sirvo un poco de alimento y lo coloco afuera. Aprovecho que el perro sale al exterior para cerrar la puerta. Reviso la casa, ni señas de Cristhel. Veo el reloj de mi celular, son las cuatro de la tarde.
¿Dónde puede estar? Rodolfo me pidió que la cuidara pero, ¿cómo se supone que la voy a cuidar si desaparece de mi vista?
El celular comienza a vibrar en mis manos, veo que Daniel me está llamando. Contesto sentándome en el sofá.
—Hola Daniel, ¿como va todo? — pregunto animado.
—Todo genial. Vamos en segundo lugar de la fase de grupos, solo nos queda un partido y es contra el líder, pero estamos seguros de que los venceremos — relata — Dicen por ahí que, no sé si es desde la semifinal, pero que la final será después de navidad. Y como para ese entonces regresamos a casa, pues, creemos que tu puedes unirte, claro, si quieres, y sobretodo si llegamos tan lejos.