Vaya mañana la que estoy teniendo.
Cuando Cris se presentó anoche en mi habitación para pedirme un favor realmente pensé que me iba a decir que la acompañara hoy a la agencia, que quería tenerme a su lado; pero no fue así. En vez de eso me pidió vigilar a los decoradores. Y sí que necesitan ser vigilados.
Se pasean por la casa como si fuera suya. Han estado a punto de romper una esquinera, una fotografía, por un pelo y aplastan a Panda; además, estuvieron apunto de tirar el árbol. Pero lo peor no fue eso.
¡Lo más terrible es que iba a caer sobre mí!
No sé si lograré sobrevivir a estos sujetos. Y a simple vista parece que no matan ni una mosca.
Ahí están. El chico de cabellos rebeldes se encuentra sobre una escalera colocando las esferas en la parte más alta del árbol. La chica de dos coletas moradas está colocando estrellas en la parte inferior mientras tararea una melodía navideña.
Se ven tan tranquilos que empiezo a dudar si son los mismo que casi me liquidan.
—El árbol voy a adornar, con esferas a decorar. Mientras mi hermano está, sobre la escalera — canta la chica a todo pulmón.
—Esa canción ni siquiera existe — reclama el sujeto desde las alturas.
—¿Acaso no vez que es mi versión de dulce navidad? Adaptada a la situación, claro — contesta ella amenazándolo con una estrella.
—Ajá. El pobre chico tiene que cubrirse los oídos para no escuchar tus gritos.
Ella voltea hacia donde estoy sentado y me analiza seriamente. Es bajita y delgada, pero me mira con una intensidad que da miedo. Una carcajada logra que desvíe su atención de mí.
—¡No espantes al niño Dami! — grita el sujeto dando un pequeño salto en la escalera.
Pierde el equilibrio y se sostiene del árbol, haciendo que este se incline hacia un lado. Por suerte, ambos recuperan su posición original.
—Casi mueres amado hermano — ríe la chica volviendo a su tarea.
—Ni te alegres. La culpa de mi muerte iba a caer sobre tus hombros. Tu conciencia no te dejaría dormir por las noches de solo pensar que pudiste salvarme la vida — dramatiza haciendo movimientos raros sobre la escalera.
Después de unos segundos de silencio, ambos rompen en risas.
—Bueno, aquí arriba está listo — declara el chico bajando de la escalera.
—Abajo también — festeja su hermana colocando la última estrella.
Sonriendo, se colocan a mi lado para admirar su creación desde lejos. El árbol se ve muy bien, decorado con esferas y estrellas en tonos azules y platas. Es tan alto que casi toca el techo. No es un árbol natural, pero de lejos parece serlo.
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Anónimos ||Pausada||
Подростковая литератураLa vida siempre da giros inesperados, y tal vez eso es lo que la hace divertida, la curiosidad de saber que te depara el destino. Sin embargo, la sorpresa no siempre es grata. Las vacaciones navideñas son una época para compartir con la familia y lo...