Miro por décima vez la hora marcada en el reloj que cuelga en la cocina. Reviso mi celular para comprobar que no hay ningún mensaje, ni una llamada o alguna otra señal de vida. La tarde ha caído rápidamente, y aún no sé nada de Cristhel.
Me dejo caer lentamente en el piso de la cocina, cerca de la puerta que da hacia el patio trasero. Panda me observa por un segundo, pero luego vuelve a su preciada tarea, dormir.
Suspiro resignado.
¿Debería llamarla? ¿Estará en problemas? ¿Qué es lo que iba a hacer? ¿Por qué no quiso que fuera con ella?
Esas y otras preguntas dan vueltas en mi cabeza desde hace dos horas. Tomo nuevamente mi celular y busco su contacto, estoy a punto de presionar el botón de llamar cuando un sonido en el exterior hace que me detenga.
Corro hacia la entrada, al llegar veo a Cristhel entrar a la casa con muchas bolsas en las manos. Ella empuja la puerta con un pie antes de dar la vuelta y pegar un respingo al notar mi presencia.
—¡Santo cielo! ¿Por qué no me ayudas si solo estás ahí parado? — reclama.
—Lo siento — me disculpo intentando ayudarla a cargar las bolsas.
Cris me evade y continúa su camino hacia la cocina.
—¿No qué quería que la ayudara? — murmuro cuando la pierdo de vista.
—¡Puedo escucharte! — grita desde la otra habitación.
Ingreso a la cocina. Cris ha dejado las bolsas en la isla y ahora está acomodando su contenido. Me acerco lentamente queriendo ayudar, tomo una de las bolsas, por suerte para mí contiene productos que van en el refrigerador, así que empiezo a guardarlos.
—Comenzaba a preocuparme por tí — digo ocultándome detrás de la puerta del refri — Creí que te había pasado algo.
—No me pasó nada. Es que... había mucha fila en la tienda — contesta.
—¿Una fila que duró cuatro horas? — cuestiono cerrando la puerta.
—Existen filas muy largas — menciona ella dándome la espalda mientras guarda algo en la alacena.
—Dudo mucho eso. ¿Me dirás qué es lo que sucede? ¿Por qué no confías en mí? — pregunto acercándome a ella.
—Las buenas compras duran mucho — comenta volteando a verme — Cuando iba con mi papá tardábamos más.
La observo sin creer como evadió mis preguntas. Ella sonríe con fingida inocencia y regresa su atención a las compras.
—Te traje esto — dice sacando un paquete y enseñándomelo.
—¿Galletas para perro? — cuestiono con el paquete ahora en mis manos.
—Sí, son para Panda. Las vi en la tienda y recordé que Alex le daba una de esas después de sacarlo a pasear. También noté que no te las había dado con el resto de sus cosas, así que pensé en comprarlas para que tú se las des — explica ella.
ESTÁS LEYENDO
Anónimos ||Pausada||
Roman pour AdolescentsLa vida siempre da giros inesperados, y tal vez eso es lo que la hace divertida, la curiosidad de saber que te depara el destino. Sin embargo, la sorpresa no siempre es grata. Las vacaciones navideñas son una época para compartir con la familia y lo...