El universo ayudó para que pasara una semana sin ver a Cristhel. Aunque no puedo decir lo mismo sobre su padre, por obra del destino me vio en las escaleras, mientras descansaba del entrenamiento. Me aseguró que la propuesta de vivir en su casa sigue en pié, y aunque intenté oponerme, no salió como quería.
Observo por última vez la habitación del hermano de Alex. Esta semana fue muy divertida, entre los entrenamiento, las caminatas a la agencia, los paseos de Panda en el parque, la deliciosa comida de su mamá. Pero todo eso terminaba hoy, la familia se va a Argentina, y yo... ¿A dónde voy yo?
Salgo del cuarto con todo lo que traje de mi casa, bajo las escaleras con el pequeño perro caminando detrás de mi. La puerta principal está abierta, Panda corre hacia ella añorando su libertad, justo al mismo tiempo que Alex intenta entrar. El perro se escurre entre sus piernas, mi amigo no quiere aplastarlo y brinca en un solo pie perdiendo el equilibrio, se sostiene de la pared para no caer. Me río de él sin poder evitarlo.
—Sé que tu lo mandaste para que me cayera. Eres una mala influencia para mi hijo — me reclama.
—Alex, ¿ya llevaste todo? — pregunta su mamá entrando a la sala.
—Sip — contesta el chico sonriendo inocentemente.
—Todo listo — informa Luis cargando a Panda y metiéndolo en una jaula transportadora.
Salimos de la casa, guardo mi maleta en la cajuela y la cierro. Los cuatro subimos al auto, Alex, su mamá y yo vamos atrás, mientras que su padre va de copiloto cargando la transportadora. Uno de los choferes de la agencia nos lleva hasta el aeropuerto.
Ayudo a la familia a bajar las maletas e ingresamos al lugar. Muchas personas caminan de aquí para allá, entrando y saliendo de todas direcciones. Como quisiera subirme a un avión e ir al torneo con mis amigos, pero la pobreza me lo impide.
—Cuidate Ryan, y no hagas travesuras — dice Rebeca dándome un pequeño abrazo.
—Igualmente — contesto, pero luego reacciono — No por las travesuras, digo...
Ella comienza a reír, se despide nuevamente y se aleja hacia una de las sillas vacías.
—Bueno... — habla Luis — Cuidate chico. Fue un placer tenerte en nuestra casa, y lamento que te dejemos así, pero con Jorge estarás bien. El chofer te espera para llevarte a donde quieras, y gracias por ofrecerte para cuidar al peludo.
—No tiene mucho pelo — reclama Alex.
—Lo que sea — contesta su padre — Nos vemos — me palmea la espalda y va a sentarse con su esposa.
—¿Y que harás? — me pregunta Alex.
—Ir a casa. Aún no sé si debería vivir con Cris, ni siquiera la hablo — comento viéndolo fijamente.
—¿Te puedo pedir un favor? — vuelve a preguntar, puedo distinguir en sus ojos un deje de tristeza y no creo que sea por mí.
—Claro — contesto al instante, pero me arrepiento al recordar que Alex no es muy normal. ¿Haces cosas ilegales? Esas palabras aún rondan mi mente.
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Anónimos ||Pausada||
Novela JuvenilLa vida siempre da giros inesperados, y tal vez eso es lo que la hace divertida, la curiosidad de saber que te depara el destino. Sin embargo, la sorpresa no siempre es grata. Las vacaciones navideñas son una época para compartir con la familia y lo...