𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖔𝖓𝖊

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Iɴsᴏᴍɴɪᴏ

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-Hermione... llevamos una semana en Hogwarts... y ya tienes planes de encerrarte... en la biblioteca- se quejó Ron en medio de inmensos mordiscos. Hermione le envió una mirada mortal por la crítica y por la escena.

-Estamos en sexto curso, Ronald- dijo su nombre con un tono despectivo que indicaba que no estaba de humor- Si no asentamos ahora las bases de la magia luego será demasiado tarde. ¿No crees, Harry?

Su amigo se atragantó al ser incluido en la riña en medio de la comida en el Gran Comedor.

-Bueno... yo...- ojalá su padre estuviera allí. Él y Sirius siempre sabían lo que decir para apaciguar a Hermione... o hacerla enojar al extremo.

-Déjalo.- suspiró la bruja bebiendo lo que la quedaba del zumo- Ya que ninguno piensa aprovechar la hora libre que tenemos, os veré en pociones.

Recogió rápida y eficientemente sus cosas y se dirigió hacia la biblioteca sin notar que estaba siendo observada por un par de ojos. Al llegar repartió sus libros y plumas por toda la mesa, ocupándola entera para sí. No es como si hubiera o fuese a haber tanta gente como para necesitarla. Estaban a principios de año y nadie tenía todavía la sombra de los exámenes amenazándole para estudiar. Dejó allí sus cosas y fue a por un libro que necesitaba para comprender mejor una de sus pasadas clases.

De vuelta por poco deja caer su peso. Parpadeó un poco incrédula sin creer que Tom Riddle estuviera de pie frente a su mesa, aparentemente sin hacer nada. Caminó con duda hasta sentarse, saludándole por educación al pasar.

-Buenas tardes, Granger. ¿Te importa si me siento contigo?

Su apellido sonaba bien diferente cuando lo usaba él a cuando lo usaban los estúpidos de su casa. Como ese Draco Malfoy, que nunca la dejaría tranquila. Desde el primer año había decidido que por ser hija de muggles y amiga de los Potter y Weasley, ella iba a ser su mascota. Era algo así como la persona con quien practicaba insultos antes de insultar a otros hijos de muggles. En cambio Tom siempre había sido de lo más correcto con todo el mundo, distante pero no hiriente. Recordándose que le tenía en frente y le acababa de hacer una pregunta negó rápidamente y se apartó en el banco para que se sentara. Esperaba que aquello no la acarreara problemas. Tom era un chico muy perseguido y no quería que ahora también las chicas del castillo la odiaran a ella.

El mago observó el libro que había escogido y que él había leído ya hacer dos días. Sintió una leve aprobación antes de observar que alguien no actuaba como debería estar actuando. Aquella chica debería estar radiante porque él hubiera elegido sentarse a su lado, no tan reticente a su compañía. Para su molestia el comportamiento le recordó al mismo Dumbledore.

𝐔𝐍𝐀 𝐒𝐎𝐋𝐀 𝐄𝐏𝐎𝐂𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora