𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖓𝖎𝖓𝖊

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Eʟ-Qᴜᴇ-N-Dᴇʙᴇ-Sᴇʀ-Nᴏᴍʙʀᴀᴅᴏ

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El día había llegado para alegría de la dueña del orfanato y tristeza de Hermione

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El día había llegado para alegría de la dueña del orfanato y tristeza de Hermione. Desde el ataque del niño Tom no se había separado apenas de ella, ni siquiera cuando hicieron las maletas. Mientras ella guardaba en su cuarto su ropa, doblándola y metiéndola ordenada, él la observaba de vez en cuando desde la cama leyendo por segunda vez el libro que le había comprado. Le había costado trabajo convencerle para que la dejara hacer la maleta a ella sola, argumentando que ella la harían más deprisa. Estaba convencida de que, aunque no lo admitiera, él quería cotillear y saber qué llevaba. Quería conocerlo todo de ella hasta las más simples cosas y eso a veces asustaba.
Con vergüenza guardó su ropa interior bajo una chaqueta y una camisa y colocó alguno de los libros que había traído encima. Finalmente su varita la metió en un bolsillo del vaquero y se levantó limpiándose las manos. Nagini había arrinconado a Crookshanks hasta su jaula. Normalmente ella se tiraba media hora hasta que conseguía meterle, y con la serpiente apenas tardaron unos pocos minutos. Cogió su jaula con cuidado de no zarandearle y se volvió hacia el mago.

-Ya estoy- informó a Tom. Éste asintió e indicó a Nagini que se metiera en su jaula y sin esfuerzo la bajó en un brazo junto con el baúl de Hermione en otro. Su propio baúl ya lo había bajado hace un rato y el taxista ya lo había cargado al taxi. La dueña esperaba en la salida, comprobando que en efecto se marchaban de allí por lo menos hasta el verano.

Como un perfecto caballero, una vez guardadas las cosas, Tom abrió la puerta del coche y la tendió una mano para que subiera. Al estar sentados pasó un brazo por su cintura y la obligó a apoyarse contra él.

-Miauuu- escucharon el lamento de Crookshanks desde el maletero. El siseo de Nagini le enmudeció en el acto.

-Tranquilo, Crookshanks, en seguida llegamos- animó Hermione sintiendo pena por el pobre gato. El taxista no pronunciaba palabra mientras les llevaba por las carreteras de Londres hasta la estación, mas iba observándoles de vez en cuando por el retrovisor. Tom también iba muy callado, lo que no era necesariamente extraño pero algo la dijo que se veía tenso.

-¿Todo bien?- le preguntó una única vez. Sin mostrar nada de lo que sentía asintió. La chica sonrió cuando la atrajo más hacia él. La hizo apoyar la cabeza en su cuello para que estuviera cómoda. Desde luego aquel viaje no se parecía nada al nervioso viaje al principio de navidades, donde no sabía ni qué esperarse. Nunca hubiera imaginado volver con novio, menos que éste fuera Tom Riddle.

Al bajar en la estación también la tendió una mano. Tras pagar al taxista con el dinero que les dio la dueña del orfanato, llevaron todos sus baúles y jaulas en un solo carro conducido por el mago. Atravesaron la zona muggle sin problema, pero al detenerse frente los andenes 9 y 10 Hermione tuvo que coger aire.

𝐔𝐍𝐀 𝐒𝐎𝐋𝐀 𝐄𝐏𝐎𝐂𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora