𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖋𝖔𝖚𝖗𝖙𝖊𝖊𝖓

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Nᴏ Dᴀʀ Nᴀᴅᴀ Pᴏʀ Sᴜᴘᴜᴇsᴛᴏ

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El caos reinó en las Tres Escobas

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El caos reinó en las Tres Escobas. Los hijos de muggles fueron los que más gritos y empujones dieron para salir corriendo del lugar. Era como si el propio monstruo se hubiera colado en la taberna, sembrando el pánico en cada mago o bruja. Y todo por la noticia del primer ataque tras las vacaciones de Navidad, otro ataque en un hijo de muggles.

Hermione pronto se vio alzada y llevada hacia una esquina por el mismo Tom, en dirección contraria a la salida donde los alumnos se amontonaban. De esa manera nadie les empujó, apremiados más allá de la razón por salir.

Apenas fueron unos segundos, pero la escena nunca se borraría de sus cabezas. La desesperación solía tener ese efecto. No había forma de controlarla y siempre terminaba en los peores resultados posibles. El pobre Neville había terminado en el suelo boca abajo, sin que nadie hubiera reparado en él al salir de forma tan atropellada.

-¿Se puede saber qué ha pasado?- Hermione alzó la cabeza por encima del hombro de Tom, teniendo que ponerse de puntillas para lograrlo. Sus dos amigos, juntos de nuevo, se habían subido a la barra del bar para evitar terminar como Neville.

-Ha habido otro ataque- repitió ella las palabras que habían desencadenado todo eso.

-¿Y por eso han salido todos corriendo?- inquirió Ron con voz un poco aguda del susto.

-Han ido en busca de la seguridad del castillo, y seguramente respuestas por parte del director Deberíamos ir nosotros también- añadió Hermione.

-¿Creéis que el monstruo logró matar a Myrtle?- preguntó Harry bajando de un salto de la barra. Se agachó para ayudar a Neville a incorporarse.

-No lo quiero pensar- respondió su amiga mirando de reojo a Tom. Todavía no le había soltado, pero estaba extraño, y no se refería a la forma que en el que le había salvado del caos. No era raro que no hablara pero estaba más tenso de lo normal.

-Gracias- le susurró apretándole la mano que la rodeaba en señal de cariño. El mago asintió un poco ido. De acuerdo, eso ya sí que no era normal.

No hubo conversaciones durante el recorrido de vuelta al colegio, todos con prisa por llegar y al mismo tiempo ninguno con ganas de saber lo que había ocurrido. Al entrar Flinch les dirigió una mirada de desagrado y les ordenó ir al Gran Comedor, donde ya se encontraban la mayoría de los alumnos esperando una explicación por parte del director.

Costó más de lo habitual la despedida con Tom, quien la mantuvo fuera del comedor contra la pared, besándola durante largo rato sin importar las miradas de desprecio de los dos Gryffindors.

𝐔𝐍𝐀 𝐒𝐎𝐋𝐀 𝐄𝐏𝐎𝐂𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora