Capítulo 8

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Hola! Perdón por desaparecer... Pero eso de la pandemia me pegó muy duro.

Mi vida ha estado cambiando últimamente y me di cuenta de que no puedo dejar de escribir, así que estaré escribiendo más seguido e incluso estoy viendo la posibilidad de traducir esta saga al inglés, así que estoy emocionada por lo que nos puede traer este año...

¡Les deseo felices fiestas!

¡Les deseo felices fiestas!

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Sangre, demasiada sangre. Todo lo que veía era rojo y pude quitar la sangre de mis pestañas al tallarme con las mangas de mi camisa, pero cuando vi mis manos pude ver que todas estaban empapadas de sangre. Toda mi ropa, mi camisa, mis pantalones y mis botas. Yo estaba parada en medio de un enorme charco que se extendía por un suelo de madera que parecía interminable. Me costó lo que yo sentí como una eternidad, darme cuenta de que estaba en el primer piso de mi casa.

Vi un resplandor en la puerta de entrada, lo que me hizo girar y justo detrás de mí estaba mi espada, brillando en medio del enorme charco de sangre. Algo me hizo acercarme y tomarla, pero en cuanto la alcé del suelo, sentí una brisa que movió todo mi cabello. Ya había dejado de tener mis botas, estaba descalza sobre la sangre y en lugar de mi ropa usual, portaba ahora un vestido blanco, que debido a su largo, se estaba manchando de rojo.

- ¡Merrick! — Escuché a una voz masculina gritando mi nombre. Miré hacia mi lado izquierdo y ahí se encontraba una cabeza cercenada. Era la cabeza de Jordan y su cuerpo no estaba por ninguna parte. Sus ojos no tenían luz, pero no dejaba de mirarme con una expresión muerta. — Tú me hiciste esto.

- ¡No! — Yo grité. — ¡Tenía que hacerlo!

- ¿En serio tenías que hacerlo?

- ¡No! — Solté la espada y cuando cayó al suelo, hizo un ruido similar al de un diapasón, pero fue tan intenso que tuve que tapar mis oídos y seguí gritando. Los labios de Jordan aún se movían, pero no podía escuchar nada. Solo ese sonido fuerte y agudo.

Abrí los ojos de golpe y miré la ventana, afuera aún estaba oscuro. Tomé una bocanada de aire, agradecida de estar de regreso a la realidad. Ya tenía meses que estaba teniendo esa pesadilla casi cada noche y siempre despertaba agitada y con el corazón acelerado. Después de tener ese sueño no podía volver a dormir y la mejor manera que tenía para deshacerme de la adrenalina acumulada, era salir a correr.

Así que eso hice. Me coloqué mi ropa deportiva y los tenis, antes de poner mi cabello en una coleta y bajar las escaleras. Guardé mi teléfono en una banda para el brazo y caminé hacia afuera mientras que me colocaba uno de los auriculares.

- Oye... — Escuché una voz que me hizo saltar. Me di vuelta y me encontré a Garreth en el marco de la puerta. — ¿A dónde vas? — ¿Qué hacía él despierto a esa hora?

- ¿A dónde crees? Seguro a una reunión con el presidente. — Respondí con ironía, lo que le hizo sonreír. No dije nada más, seguí con mi camino y me detuve frente a la autopista, donde comencé a hacer calentamientos.

Mayheim - Transfusión parte IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora