Capítulo 23

41 10 0
                                    

No despegué la mirada de Nicholas, permanecí atenta, mirando sus movimientos. Primero dudó, permaneció inmóvil por unos minutos, ni siquiera respiraba, era como tener una estatua de piedra frente a mí. Hasta que pareció recobrar el sentido y parpadeo un poco, antes de tomar asiento en la silla que antes había ocupado mi mejor amiga, lo hizo con movimientos tan mecánicos que parecía un robot. Y una vez sentado tampoco dijo nada, solo me miraba, sin ninguna emoción en su rostro, o al menos ninguna que yo pudiera descifrar. Estaba sentado con su espalda totalmente erguida, sus brazos sobre la mesa. Vestía con una camisa verde oscuro, cuyas mangas estaban enrolladas hasta la altura de sus antebrazos. Sus brazos eran bastante delgados, aunque estaban sutilmente marcados por la silueta de sus músculos. Sus manos estaban en forma de puños y sus nudillos eran demasiado blancos, probablemente al estar muy apretados. Y a pesar de que era alguien muy delgado, no me cabía duda de lo fuerte que podía llegar a ser. Al menos físicamente hablando. Parecía que no hablaría pronto. Yo tomé una larga bocanada de aire.

- Está bien. — Murmuré. — Vayamos al grano, ¿sí? — Nicholas solo arqueó una ceja. — ­¿Qué fue todo eso el viernes? — Otra vez otro largo silencio que duró interminables minutos. Solté un quejido y me puse de pie. — Mira, si no te interesa, bien. — Ladré. ­­— A mi tampoco.

- No lo sé. — Dijo rápidamente, para evitar que saliera por la puerta. Fruncí el ceño. — Cuando los vi juntos, yo... Yo perdí el control.

- ¿Perder el control? — Lo cuestioné. — ¿En serio? ¿Vas a usar esa ridícula excusa de chico de fraternidad? — Me miró a los ojos, un tanto ofendido por lo que le acaba de decir. Bien, ese era mi objetivo.

- No, es que no lo entiendes.

- Entonces, maldita sea, ¡explícame! — Yo seguía de pie, viéndolo desde abajo y tenía que admitir, me sentía levemente empoderada sobre de él gracias a esa posición.

- Yo sabía que ustedes estaban juntos, pero verlos fue totalmente diferente. — Yo me crucé de brazos. Se estaba yendo por las ramas y yo no tenía la paciencia para esperar a que se decidiera a hablar en serio. — Lo conozco bien y sé como va a terminar eso... Yo solo estoy preocupado por ti. Y honestamente podría entender que decidieras estar con alguien más. ¡Con cualquiera! Pero no comprendo por qué él, porqué Alaric. — Ahora fue mi turno de quedarme callada. Era como si mi cerebro no comprendiera lo que estaba escuchando. Mi boca estaba semi abierta y podía percibir el sabor amargo del aire que flotaba a mi alrededor.

- ¿Cómo demonios puedes saber como va a acabar? — Ladré. — Y aún si tuvieras razón, no es tu maldito problema.

- ¡Lo he visto demasiadas veces! — Insistió. En mi mente podía escuchar las palabras de Alaric, cuando dejó atrás sus barreras y realmente me dejó entrar, cuando comencé a comprender. Incluso no tenía que cubrir todos los siglos de su existencia, podría imaginarme situaciones similares entre ambos, quizás con otras mujeres. — Lo conozco demasiado bien, Merrick. Mucho mejor que nadie. Se trata de mi hermano, suele destruir todo lo que toca. — Abrí mis ojos mucho más. Me pregunté a mi misma si había escuchado bien. — Yo solo... No quiero que te destruya a ti.

- Nicholas. — Cerré los ojos y respiré hondo. Me volví a sentar en la silla de madera. De verdad que apenas podía creer las palabras que salían de su boca. — Eres su hermano, han pasado literalmente, siglos juntos. Y aún así, parece que eres el único que no lo conoce. — Respondí sinceramente. — Abrielle no ha venido a darme una advertencia de "no te acerques, es un maldito". Y ella es la clase de chica que lo haría sin duda. Además, Lionel tampoco lo ha hecho. ¿Entonces él es un idiota también? — Su quijada se movió un poco, luchaba por encontrar las palabras correctas. — Y aún si así fuera, te repito. No es tu problema.

Mayheim - Transfusión parte IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora