¡Hola!
Tuve un pequeño frenesí de escritura, así que aquí ando... No puedo esperar a publicarlo, por más que quiera jaja. Seguiré escribiendo mientras que sigan leyendo y sigan teniendo tanto interés por esta historia.
Muchas gracias! De verdad que espero cumplir con sus expectativas. ¡Un abrazo grande!
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Mientras tomaba una ducha pude escuchar como salía Garreth rumbo a su trabajo y no mucho después, mi madre llegaba a casa. Odiaba tener que dejarla sola, más a la noche. Pero había hecho una promesa y honestamente, no me sentiría tranquila si lo dejaba para el día siguiente.
Me volví a vestir y tomé mi chaqueta antes de bajar las escaleras. Mi cabello estaba empapado todavía, solo me dio tiempo para pasarme un peine rápidamente. Mi madre estaba recalentando algo de arroz y tal vez carne, no me fijé demasiado. Sí, había prometido no volverle a mentir y no tenía intenciones de hacerlo, pero tampoco quería preocuparla demasiado.
- Mamá, voy a la casa de los Rhode. — Y aunque hice mi mayor esfuerzo para sonar despreocupada, ella no era tonta. Solo tenía que sumar dos más dos. No saldría tan tarde directamente con ellos si no pasara nada.
- ¿Qué sucede? — Me miró al rostro. — ¿Y qué te paso en la cara?
- Me golpeé con un saco de box que trajo Garreth. — Al menos con mi madre no debería de sentirme avergonzada. Aunque claro, no iba a admitirle la manera tan estúpida en la que pasó.
- Dios, ten más cuidado... Se ve mal. ¿No te duele? — Negué con la cabeza.
- No y no te preocupes, pasará rápido. Ya sabes. — Le mostré una sonrisa para intentar reconfortarla, solo que claro, no servía mucho. Odiaba verme herida de alguna forma, así fuera capaz de sanar rápido. Al menos ya no insistió mucho en el tema.
- ¿Y por qué ibas a toda prisa?
- Alaric me pidió hablar con Lionel sobre algo que descubrió en Europa. — Ella enarcó una ceja. — No es nada de que preocuparse, te lo prometo. — Le tomé de los hombros y me acerqué para darle un beso cálido en su frente.
- Merrick... — Murmuró mi nombre. Me alejé un poco para mirarla.
- ¿Sí?
- A veces parece que cargas el peso del mundo sobre los hombros. — La miré a los ojos. Ella tenía razón. — Pero no es así, grábatelo bien.
- Tienes razón, pero también tengo una responsabilidad con el mundo. — Admití. — Soy una cazadora. — Su mano izquierda llegó a mi mejilla. Su mirada dulce se entristeció un poco.
- Antes de eso eres mi hija. — Sus palabras me dejaron helada. A veces quería ser solo eso, su hija. Su otra mano también me tomó del rostro. — Prométeme que tendrás cuidado. Siempre. — No sabía porqué de pronto mi madre estaba actuando así. Me pregunté si siempre se había sentido así. Probablemente. Odiaba tener que preocuparla de esa manera. Desearía que hubiera una forma de mantenerla segura, de que no tuviera que preocuparse por mí.
- Lo prometo, mamá. — Ella en respuesta me besó en ambas mejillas y me soltó.
- Te amo, mi niña.
- Yo a ti, mamá. — Di un par de pasos hacía atrás. — Recuerda que...
- No dejar pasar a nadie y hablarte en cuanto pase. El láudano está en el segundo cajón de tu cómoda. — Me mostró una sonrisa. — Lo sé, no te preocupes. — Ahora yo le sonreí antes de seguir mi camino.
Al menos ya había dejado de llover, pero el terreno estaba lleno de lodo, de las ramas que el agua les arrancó a los árboles cercanos y también permanecía una débil neblina. No entorpecía demasiado la vista, al menos. Opté por caminar, pues, aunque era un tema urgente, no necesitaba correr. De todas formas, llegué rápidamente. Un par de minutos después y ya me encontraba delante de la mansión. Ahora si ya había anochecido y la casa parecía perderse en la oscuridad y la maleza, salvo por un par de luces que escapaban por unas ventanas.
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Mayheim - Transfusión parte III
FantasiEs momento de encontrar su camino. Al menos eso es lo que Merrick piensa, así que tendrá que vencer todos sus miedos y descubrir que es lo que quiere en verdad; si se rendirá a la oscuridad o huirá de ella. Pero, ¿podrá hacerlo mientras que todo a...