Enfrentando miedos

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No puedo dejar de mirarlo cuando él se pone aún más serio. Me incorporo en la cama y él hace lo mismo soltando un suspiro. Comienzo a ver mis manos deseando que se eche a reír diciéndome que es una broma, pero no pasa. Cuando se es niña se piensa mucho en cómo y cuándo un chico va a pedirte que seas su esposa. Se sueña con el matrimonio perfecto en una linda casa viviendo felices para siempre. Pero no es mi caso. Yo jamás pensé en el matrimonio, esa palabra ni siquiera está en mi vocabulario. Sin embargo, aquí estoy, con el chico del cual estoy perdidamente enamorada y él acaba de pedirme que sea a su esposa. Alexander espera una respuesta que quizá no puedo darle. No quiero herirlo, pero alguno de los dos tiene que ser realista.

-Alexander lo que me pides es muy repentino… tú yo… somos algo jóvenes ¿No lo crees?

Lo miro y él está claramente decepcionado.

-Mira… ni siquiera tengo idea de lo que va a pasar mañana y tú… tú quieres que de pronto planee mi vida

-Yo quiero estar contigo

-No necesitamos casarnos para eso, ni siquiera sé si alguna vez quiero casarme, es un error Alexander

-Decir que es un error es como decir que lo nuestro es un error

-Pero claro que no, somos novios y eso está bien

-¿Cuál es la diferencia?

-Bueno no lo sé, las personas se casan por amor Alexander… o por idiotas

-Seamos idiotas entonces

-¿Ya pensaste en como eso va a afectarnos?

-No pienso que eso nos perjudique –dice molesto

-Alexander no estás pensando con claridad –digo soltando una risa irónica

-Pienso muy claramente –dice mientras toma mis manos evitando que estas dejen de moverse tanto

Sus ojos me consumen lentamente y es peor esta vez porque lucen decepcionados.

-Alexander yo te quiero demasiado pero…

-Te amo Valentina

Sus palabras me congelan, pero no por mucho. Alejo mis manos de él y sin dejar de verlo le levanto de la cama. Su camisa cubre mi cuerpo así que no me preocupo mucho por ello.

-Yo insisto, no estás pensando con claridad

Digo mientras sin pensar exactamente comienzo a vestirme con mi ropa de una manera un tanto desesperada.

-Valentina –dice él y ahora suena un tanto preocupado

-Aclara un poco tus ideas y… solo hazlo ¿Ok?

Alexander me mira confundido pero yo no puedo seguir mirándolo, salgo de la habitación, tomo el bolso que esta en el sofá de la sala y salgo de ahí. 

Sí, no tengo acciones muy maduras pero qué más da.

¿Qué pasa?

-Hola… siento molestar pero, ¿Tienes un tiempo?

Estoy en la oficina ¿Puedes venir? ¿Estas bien?

-Voy para allá

Mi única idea para poder hablar con alguien fue James, claro que pensé en Jackson pero él no estaba y Monic, bueno no sabía si ella querría verme alguna vez. Al llegar tardo un poco para poder explicar a James lo sucedido. Él solo me escucha atento hasta que termino.

-Así que él te dice que te ama y tú sales corriendo

-Él… él no me ama, solo está confundido

La apuesta © ➼ Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora