Doble cara

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-Alexander no puedes ir a irrumpir en mi trabajo solo asi, si quieres hablar con James necesitas no lo sé hacer una cita por lo menos

-¿Una cita?, tu eres la novia falsa mi amor no yo

-¿Acabas de llamarme mi amor?

-Sí, eso creo –dice entre molesto y apenado

Sonrío, pero luego recuerdo que hace media hora que estamos discutiendo lo mismo y se me va la sonrisa del rostro.

-Alexander yo le diré a James que quieres hablar con él, pero no puedes ir conmigo y llegar como si el lugar fuera tuyo

-Tienes razón… quizá debería comprar el negocio, echar a James y así no tendríamos que verlo nunca mas

-¿Es una broma verdad?

-Nada de bromas, es una posibilidad

-¡Alexander!

-Ya, está bien, haré una cita con tu novio falso

-Yo puedo decirle y te aviso

-No, yo mismo lo haré

-Prométeme que no vas a matarlo

-Tranquila, aun no… -dice en una sonrisa maliciosa

Me voy al trabajo intranquila. Tengo la sensación de que será un día agitado. Y no me equivoco. James aparece con mucho trabajo para mí, pero no es eso lo problemático del día. A los pocos minutos de iniciar a trabajar la secretaría de James hace su aparición en la oficina.

-Joven Marshall hay alguien afuera que dice quiere verlo

-¿Quién es?

-Dijo que lo sabría cuando lo dejase pasar

-¿Sabes lo que quiere?

-Am… no

-Bueno ahora no puedo

-Dice que si no está disponible entonces que le agende una cita, pero que sea para hoy mismo

Siento un hueco en el estómago. No puede estarme pasando.

-Bueno si es tanta su urgencia hazlo pasar

-De acuerdo

Ella se va.

-James…

-¿Qué pasa?

Estoy a punto de disculparme por algo que aún no pasa, pero me veo interrumpida por la puerta que es abierta de nuevo. James se pone de pie casi de un salto de su silla y ve atento.

-Hola, espero no interrumpir tu apurado y productivo día

James me mira y yo solo me encojo de hombros.

-¿En qué puedo ayudarte?

-Creo que hay cosas de las que tenemos que hablar

-¿Acerca de qué?

-De mi novia por supuesto

-Ya veo

-¿Podríamos hacerlo a solas?

-Oh por favor Alexander no seas ridículo

Él me mira serio pero yo no me intimido por ello.

-Val creo que él tiene razón

-¿Qué… pero?, no me pueden obligar a salir de aquí

-Soy tu jefe, puedo hacerlo

-Pero

La apuesta © ➼ Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora