Capítulo 28

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La pareja bailó hasta que el reloj de bolsillo del capitán marcó las 22:30. A esa hora ambos se apartaron del gentío y se dirigieron a la salida que se encontraba a la derecha y, tras asegurarse de que nadie les estaba mirando, siguieron el pasillo que se dirigía hacia la izquierda. No tenían planos, no sabían hacia donde iban, pero tenían que seguir junto a los ventanales del castillo. Todos los caminos que llevasen al interior serían muy peligrosos por lo que el plan era encontrarse con Penguin en las ventanas de la zona sur del castillo, lo cual consiguieron tras 15 minutos andando.

-Capitán, pensaba que había pasado algo. -dijo penguin con el uniforme de la guardia real como si no hubiese pasado nada

-Solo nos ha costado llegar hasta aquí, ¿ha habido algún inconveniente? 

-Se parece a lo que habías anticipado. Está lleno de guardias así que mientras alguien lo roba otros tendrán que servir de distracción -dijo Penguin guiándolos por los pasillos que él mismo había recorrido.- No me he podido acercar mucho más, los guardias estaban en la entrada de la planta inferior, así que no tengo información de cómo será la seguridad allí abajo.

-Nosotros nos encargaremos de eso, ¿puedes crear una distracción? -preguntó Hécate

-Me ofende la pregunta, cariño. -respondió Penguin guiñándole un ojo, a lo que ella sonrió.

Hécate agarró a Law por los hombros y, controlando el viento, lo elevó hasta el techo que, como es un palacio, estaba a una altura considerable y nadie los vería. Ella no podría aguantar mucho el peso del capitán, pero Penguin apareció corriendo por el pasillo.

-¡Hay unos piratas intentando colarse por la puerta oeste, seguidme! -gritó Penguin consiguiendo que los guardias corrieran junto a él y dejando la puerta libre para que entrasen los dos piratas.

Ambos bajaron por las escaleras y se encontraron con un pasillo sin bifurcaciones bastante menos alumbrado que el resto del castillo. Corrieron rápido pero lo más silenciosos posible hasta el final del pasillo, donde el camino se dividía en dos.

-Yo voy por la derecha y tu por la izquierda, si tienes problemas corre, no luches, no queremos que nos descubran. -dijo el capitán justo antes de irse por dónde había dicho. 

Hécate siguió el camino de la izquierda. Éste tampoco tenía ninguna bifurcación, pero si tenía muchos giros, muchas esquinas y, tras haber andado durante un par de minutos, una puerta. Apoyó la oreja en la puerta para intentar distinguir algún sonido y, tras no oír nada, abrió ligeramente la puerta y se asomó a la habitación. Era un pasillo recto, no muy largo, mejor iluminado que el resto del sótano, y al fondo había una puerta de madera más grande que la que acababa de abrir.

Era un pasillo estrecho y sin ningún tipo de trampa a primera vista, pero la bruja estaba demasiado paranoica sobre la facilidad con la que estaba saliendo todo como para atravesarlo sin más. Antes de ponerse a andar se agachó y se movió ligeramente a la derecha y, mientras se movía, la vio. Una luz roja. Había búhos de ojos rojos escondidos en las paredes que, en cuento detectasen a algo vivo, empezarían a sonar y alarmarían a todo el castillo. Por eso estaba tan bien iluminado ese pasillo, para no ver los reflejos rojos, pero eso no era un problema para nuestra bruja, que fácilmente podía deshacerse del fuego de las velas y antorchas de ese pasillo.

Una vez hecho eso se podían ver claramente los movimientos, solo necesitaba moverse rápido. Se quitó la ropa y se quedó en ropa interior para que nada tocase la luz sin quererlo y empezó a moverse entra las luces. Rodó por el suelo, se levantó, saltó, se estiró y todo lo que le permitía su cuerpo para que no la detectasen, y en un par de minutos ya había pasado las luces y se encontraba frente a la puerta.

-Esta gente necesita mejorar la seguridad -dijo Hécate en alto sin creerse lo bien que había salido.

Abrir la puerta no supuso ningún problema y nada más entrar se encontró en una habitación llena de oro, joyas y planos, muchísimos planos. Cualquiera que viniera a robar se fijaría en las joyas, pero era casi seguro que estaban protegidas bajo algún sensor, ella se dirigió a la esquina del fondo de la habitación, donde una enorme estantería contenía montones de papeles clasificados por funcionalidad. Desde armas hasta edificios, pasando por barcos, maquinaria de fábrica hasta submarinos, ese es el que quería.

Ella no sabía mucho de mecánica, y ponerse a leerlos todos era una estupidez, así que cogió todos, que serían unas cincuenta páginas, y salió por donde había entrado. Para volver a pasar por el pasillo esperó al momento idóneo para deslizar los papeles por el suelo y poder repetir el procedimiento anterior tranquilamente. Antes de seguir por su camino se vistió rápidamente, se ató el vestido y el corsé como pudo, cogió los papeles del suelo y corrió por el pasillo por el que había venido.

Llegó a la bifurcación en la que había visto por última vez a Law y esperó un par de minutos por su amigo. Casi saboreaba la victoria cuando lo oyó: gritos. Soldados gritando por refuerzos mientras, al fondo del pasillo, se podía ver a Law huir de ellos.

-¡CORRE! -gritó el capitán en cuanto la vio, a lo que ella no dudó ni un segundo en dirigirse a la salida.

Ella corrió tan rápido como sus piernas (y los tacones) le dejaban, pero Law es más rápido (y es más alto) así que cuando llegó al final del pasillo, donde tenía que subir escaleras, el capitán ya estaba a su lado, la cogió del brazo y la arrastró escaleras arriba. La puerta que daba fin a las escaleras estaba cerrada, así que con un fuerte golpe la abrieron lanzando lejos a los guardias que estaban protegiéndola de cualquier sospechoso. La pareja siguió corriendo por los pasillos hacia la salida hasta que oyeron una alarma resonar por todos los lugares del palacio. Ahora todos irían a por ellos.

Una lucha constante (Eustass Kid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora