Capítulo 27

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He hecho los trajes de Law y Hécate de este episodio en una aplicación para inspirarme y he pensado que era mejor enseñároslos. Bueno, DENTRO CAPÍTULO.

Hacerse con unas entradas no fue especialmente difícil, Penguin y Sachi se encargaron de ello y, después de media hora, un par de civiles encerrados en un armario y una exhaustiva búsqueda por una casa GIGANTESCA, pudieron hacerse con dos entradas. Tras ello empezó la búsqueda de unos trajes. Law y Hécate se infiltrarían en el baile como invitados, por lo que solo necesitarían un vestido ostentoso, un traje preferiblemente a juego y un par de máscaras.

Eso tardaron más tiempo en encontrarlo. Sasha se unió a Law y a Hécate y fueron a buscar la ropa y, como esperáis, las chicas fueron arrastrando a Law de un lado para otro como si fuera un muñeco. Claro está, cuando encontraron lo que querían Law utilizó su habilidad y los teletransportó al submarino. 

Para entonces ya eran las 4 de la tarde y tenían 5 horas para perfeccionar el plan y prepararse para el baile. Law y Hécate se encargarían de pasar desapercibidos y robar los planos, les acompañarían 6 nakamas que se harían pasar por sus guardias y distraerían a los soldados para que no sospechasen. Además, ayudarían a que Penguin se infiltrase en el castillo para allanar el terreno a Law y Hécate pues era el más sigiloso. Sasha, Sachi y Clione (el mecánico del submarino), estarían en la entrada del castillo, entre la multitud, preparados para ayudar en la huida a sus compañeros. Sachi y Clione esperarían a Penguin y a los que se disfrazarían de guardias en la entrada este y Sasha esperaría en la principal a su capitán y a su amiga. Todos los demás (incluido Bepo, que llama mucho la atención) se quedarían en el submarino preparados para zarpar en cuanto llegasen. El log pose a penas tardó tres horas en cargarse, por lo que no era un problema.

Gracias a las máscaras no se tendrían que preocupar por se reconocidos y, en el caso de Hécate, por maquillarse, que después de ese día era lo último que le apetecía. Por lo que ahí estaba la bruja, mirándose al espejo mientras terminaba los últimos retoques de su vestido después de que Sasha le arreglase el pelo. No podía evitar pensar en su capitán, era imposible, el rojo de su vestido le recordaba a él. ¿Qué estaría haciendo? ¿La echaría de menos? ¿La querría de vuelta después de haber estado con otros piratas? Las preguntas que siempre rondaban en su cabeza aparecían una tras otra ignorando el hecho de que Bepo había llamado a su puerta.

-Hécate, ¿estás lista? -preguntó el oso polar asomando la cabeza por la puerta.

-Sí -respondió ella volviendo de golpe a la realidad. Dirigió un último vistazo a su reflejo en el espejo y salió de su habitación acompañada por el oso.

El plan iba a comenzar. Law los llevaría a una calle del pueblo con su habilidad a los que entrarían al castillo para que nadie los viese llegar. En cuanto llegaron a la calle principal los seis nakamas que acompañaban a la pareja se posicionaron a su al rededor mientras la bruja agarraba del brazo al cirujano y andaban dirección al castillo. Como cabía esperar, los pueblerinos les abrían paso bajo sus atentas miradas, todos encantados por el glamour que desprendía la joven pareja. 

El camino al castillo fue acorde al plan, tranquilo y sin complicaciones. Nada más llegar los guardias de palacio separaron a sus nakamas de la pareja y los escoltaron a la zona designada para el servicio, mientras otros acompañaron a Hécate y Law al salón real. Las nervios recorrían el cuerpo de la joven, se acababan de colar en un baile sin ninguna complicación, para ella era "demasiado fácil".

El salón del baile era el lugar más grande y más ostentoso que Law había visto jamás, lámparas de araña gigantescas, paredes con decoraciones doradas y tapices eran la norma. Cerca de las paredes había mesas con comida, pero casi todos los invitados se encontraban bailando en el centro. La música clásica resonaba en todas las esquinas de la estancia y los nobles bailaban al ritmo de ésta. Al fondo de la estancia, subiendo unos escalones, se encontraba el trono y sentado en él estaba el rey, acompañado por la reina en un trono menos ostentoso a su lado.

Hécate soltó el brazo de Law y el agarró su mano para bajar las escaleras que les separaban del salón. Sabían cómo tenían que comportarse, sabían como actuar, qué decir y cómo moverse para no levantar sospechas. Incluso Hécate había enseñado de forma rápida a bailar a Law, bajo un constante refunfuño por parte del capitán y las risas de sus nakamas.

-Tenemos que dar tiempo a los demás para que cuelen a Penguin en el castillo y nos consiga la mayor información posible, así que, ¿me concederías este baile? -preguntó Law haciendo una reverencia a su compañera en cuanto bajaron las escaleras.

-Me encantaría -respondió ella con una reverencia y ambos se dirigieron al centro de la estancia, donde los demás invitados se disponían a bailar al son de la nueva melodía.

Law agarró con su mano izquierda de la cintura a Hécate mientras con la derecha sujetaba en alto la mano de la bruja y ella posaba su mano libre sobre su hombro. El violín empezó a sonar y, junto a él, todos los invitados, incluida la pareja. Dieron vueltas por la estancia, él la giraba y la volvía a acercar a él, concentrado en no pisarla, ella, con más experiencia, se relajó al oír la música, y se dejó llevar por ella y por Law, calmando poco a poco los nervios que la comían por dentro.

-Así que Eustass Kid -dijo Law una vez le pilló el truco al baile.

-¿Qué pasa con él? -preguntó ella

-¿Es solo tu capitán o...?

-Law, por los dioses, ¿a qué viene eso? -dijo ella antes de separarse ligeramente de él para girar y volver a su lado.

-Nada, curiosidad. Sueles perderte en tus pensamientos -respondió él antes de levantarla ligeramente del suelo y dar una vuelta.

-Eres un cotilla -dijo ella nada más volver a pisar el suelo.

-Me preocupo por que una amiga tenga a un psicópata por novio, perdóname, voy a ir al infierno. -respondió con condescendencia.

Ella no respondió, no inmediatamente. ¿Qué eran? ¿Pareja? No, eso seguro que no, pero su relación no era solo de capitán y subordinada. ¿Quería ser algo más? Ella sí, más de una vez se había imaginado entre los brazos del capitán, pero parecía algo tan extraño en él. ¿Él qué siente por ella?

-Si te soy sincera, no lo sé


Una lucha constante (Eustass Kid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora