CAPITULO 34

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Una de esas tantas tardes que pase en su casa ese último año, le hable de Natalia.

Era una compañera del taller de periodismo del colegio. A mi me fascinaba. No solo era bella, bella es la palabra justa, no entraba en los cánones de la hermosura convencional, era inteligente e irreverente. Tan distinta a todas las chicas que había conocido hasta entonces

-Sacha, me parece que nuestro joven invitado se nos ha enamorado- dijo aplaudiendo

Esa actitud me fastidio

-No me jodas, Ezequiel. Yo te cuento de una chica que me gusta. Que no se que hacer. Que tengo miedo de que me rechace y vos me tomas el pelo-

-Miedo al rechazo... hermanito, voy a decirte algo, tal vez lo único que aprendí en  mi corta vida. Si la cuerda no fuera delgada, no tendría gracia caminar por ella-

Los ojos del perro siberianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora