Después de que se fue la abuela, me quedé dando vueltas y vueltas en mi cuarto. No sabía que hacer, pero si sabía lo no quería hacer: pensarEn mi cabeza se agolpaban Ezequiel y mi padre; puentes y abismos, y a pesar de no haber sido mencionado en nuestra charla. El SIDA y el ave de rapiña
En la televisión dadan El mundo de Disney. Nada lograba deprimirme más. Esos brillos, fuegos artificiales y sonrisas de la presentación me producían dolor de estómago
Busque, entonces, un libro; todos los que me interesaban ya los había leído, algunos releidos. Los que quedaban eran esos libros, típicos regalos de cumpleaños, que el abuelo de alguien leyó a los 8 años y le gustó, entonces a los 8 años del padre de ese alguien le regalaban también ese mismo libro, y obviamente el pobre alguien a los 8 años recibe también ese mismo libro acompañado de una frase de este estilo:
"Seguramente lo disfrutarás mucho, pequeño alguien, tu abuelo y yo, (o tu padre y yo, depende), lo hemos disfrutado mucho". A nadie le importa que hayan pasado al menos 50 años y que no todos los libros resistan al mismo tiempo
De esa lógica, a regalarlo en el primer cumpleaños, hay un paso muy cortó que se da habitualmente
Decidí ir a comprarme in libro a la librería del shopping. No lo sabía en esos años y no estoy seguro de estar en lo cierto ahora. Pero sospecho que uno se hace lector para completar lo inacabado. Para completarse
Y así conforme van pasando los años van cambiando los gustos y nos parece mentira que hayamos disfrutado ciertos textos, que después creemos execrables
Seguramente no pensaba en esto cuando caminaba por San Isidro para ir a buscar un libro que me liberase de la angustia
Si recuerdo mi desazón cuando llegue a la librería, pregunte por Clara y me dijeron que tenía franco. Habitualmente las embarazadas nos inspiran dulzura, la embarazada que me informó que Clara no estaba y agregó con su mejor sonrisa Mac Donald's: "¿Te ayudó en algo, tesoro?". Me inspiró repugnancia.
Supongo, a la luz de los años, que la buena mujer tal vez no era tan desagradable, pero yo a Clara le debía el haberme hecho lector. Ella siempre me había recomendado buenos libros y sabía cuales darme según mi ánimo
Gracias a ella descubrí autores que ni mis amigos, aún los más lectores, ni siquiera rozaron
Creo que ella fue mi primer amor. Yo suponía que esos libros eran solo para mi, que no tendría otros clientes a quienes recomendarselos. Tal vez no fue bueno que yo me hiciera lector a su imagen y semejanza y que ella me ahorrase los dolores de cabeza
Nunca lo sentí así, siempre creí que tenía una especial percepción para saber lo que yo iba a disfrutar, y estoy seguro de que ella disfrutaba recomendarme
Ese domingo en que ella no estaba, no encontraba que leer. Tal vez por mi eatado de ánimo. Tal vez por mi dependencia
Revisaba todos los estantes aún los de los chicos más pequeños. Me entretuve buscando a Wally, o algo parecido, a pesar de que nunca me gustaron esos libros. Y de repente me encontre con una pila de María Elena Walsh
Los abrí, los hojee. En uno de ellos, no recuerdo en cual, me encontré leyendo o cantando, no se: Mirenme soy feliz / entre las hojas que caen / cuando atraviesa el jardín / el viento en monopatín". La canción del jardinero. La canción con la que me acunaba Ezequiel
Sentía su voz en mi cabeza. "Yo soy un bailarín / pero me gusta quedarme / quieto en la tierra y sentir / que mis pies tienen raíz"
Ezequiel
Y otra vez la sombra del ave de rapiña, cada vez más cerca
Creo que me maree o no se bien que paso. Lo que recuerdo es la pila de libros en el piso. Toda la obra de María Elena Walsh tirada. La cara de espanto de la embarazada y yo corriendo como alma que lleva al diablo. Supongo que todos pensaron que me había robado algo
Se que no pare de correr hasta el río. Lloraba. No me podía sacar de la cabeza la cara de la gorda, el ave de rapiña, los libros en el piso
Y la voz de Ezequiel cantando: Aprendí que una nuez / es arrugada y viejita / pero que puede ofrecer / mucha, mucha, mucha miel
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Los ojos del perro siberiano
Random-Hay un cierto aire de verdad en los ojos de los perros siberianos. Como si supieran nuestros secretos