07. Familia

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CASSANDRA

Estoy agotada. El desgaste físico al que nos somete la abstinencia me tiene bajo mínimos. Suspiro tratando de controlar los nervios y no interrumpir el sueño conciliador que mantiene en trance a mi compañero de vida.

Ya deben ser las 5:00 am de la mañana. El sol empieza a iluminar las primeras ramas congeladas por la repentina ola de frío.

Desde que nos vinculamos, Sean y el resto del Clan de Sur han adquirido la inmunidad al frío propia a los lobos del Norte. Apenas cubre nuestra desnudez una sábana, y su piel está tan caliente como una calurosa noche de verano.

Me volteo apoyándome de lado para observarlo respirar. Lo mismo pasó con el Clan del Sur con las altas temperaturas. Bueno, con nuestro nuevo Clan. Sigo sin saber como llamarnos a partir de ahora.

¿Nueva generación? Suspiro para mi. Parecemos superhéroes y estamos bien lejos de ser ellos. Bien, cierto es que parecemos disponer de ciertos privilegios... Tolerancia a altas y bajas temperaturas. Mayor fuerza, mayor tamaño.

Sonrío acariciando la mejilla de mi vínculo. Su calor me habría abrasado en cualquier lucha. Sin embargo ahora, nuestra piel se complementa como si fuéramos polos opuesto.

Luego está su nuevo y extraño poder. Acaricio su antebrazo descendiendo lentamente hasta llegar a su muñeca. El resplandor de la protección centellea al sentir mi contacto; su respiración se acelerar previniendo su inminente despertar.

Alzo la vista para verle abrir los ojos. Esos rasgados y perfectos ojos negros idénticos a una noche sin estrellas. Esos profundos precipicios que me han robado el alma, suspiro maldiciéndome.

— Ei. — carraspea sonriéndome a la vez que entrelaza nuestras manos. — ¡¿Acosándome, Ryan!?

Asiento sonriendo embobada en sus radiantes hoyuelos.

— No has dormido nada... — suspira desperezándose algo culpable. No es una pregunta. Soltando nuestro agarre, se incorpora para recostarse contra el cabezal de la cama.

Está tan agotado como yo. Puedo sentir su riego sanguíneo aullándole por dentro para tomarme y hacerme suya. No importa cuantos orgasmos nos brindemos. No importa las horas que nos pasemos intentando saciar el celo. Nuestro instinto lo tiene más que claro y no nos dará descanso hasta que culminemos con nuestro cometido: mantener con vida el legado de la especie.

— Cassie.

— ¿Huh? — Sean toma mi rostro para reclamarme. — Tienes que intentar dormir un poco. — No me doy cuenta pero mis dedos trazan círculos sobre relieve de la herida que me hizo Tate. — Hoy es el día, ¿recuerdas?

Trago saliva asintiendo mientras mi loba interior ruge como loco por que sea cierto.

— Quiero que te quedes en la cama hasta que vuelva. Hoy iré yo solo a entrenar con tu padre. — frunzo el ceño mostrándole mi desacuerdo pero él me levanta una ceja acallando mi pataleta. — La necesito al 100% para nuestro pequeño viaje, mi Alpha...

Río internamente dejándome adorar por su comentario.

— ¿Viaje? — pregunto sin siquiera molestarme a leerle el pensamiento.

Confianza ciega, es poco decir. Me acurruco sobre su pecho para escuchar el cántico de su pulso serenándome.

— Sí... — susurra besando mi coronilla mientras acaricia mi pelo y espalda. — Hable con Ryo sobre lo que dijo Hugh y tiene razón. Necesitamos a la manada unida... — ladeo la cabeza para verle —... y eso implica solucionar las cosas con él.

EL SELLO +18 - Carlota XopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora