Un príncipe dolido

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-Vamos, tenemos que irnos, no sería muy sensato quedarnos aquí-Dijo Tauriel nerviosa a los enanos y unas niñas que estaban con ellos.

-Nuestro padre nos ha dicho que nos quedemos aquí-Respondió una niña más mayor que sus hermanos.

-Creo que vuestro padre no desearía en este momento que os quedarais aquí. Vamos, algo grande viene hacia nosotros…-Tras esto, todos siguieron a Tauriel hasta la parte trasera de la casa, para escapar por el agua mediante una barca perteneciente a la familia.

Mientras avanzaban, todas las personas que podían, abandonaban la ciudad porque Smaug, el único dragón que todavía existía en la Tierra Media, había salido de Erebor. No era nada usual, hacía años que no salía de allí, alguien le había molestado…Y ahora estaba arrasando toda la Ciudad de Lago con el único propósito de destruir todo lo que se interpusiera en su camino.

-¡Vamos! Si no nos damos prisa moriremos abrasados como esta pobre gente-Ordenó Tauriel muy nerviosa.

Mientras remaban, uno de los niños se subió a un garfio, abandonando la barca y dirigiéndose hacia la torre más alta de la ciudad. Los hermanos y los enanos impresionados intentaron detenerle:

-¡Chico! ¿A dónde vas? ¡Vuelve!-Gritó Bofur intentando agarrar al muchacho.

-¡No! ¡Dejarle! Sé que es duro pero no podemos retrasarnos, no podemos volver-Ordenó Tauriel dirigiéndose hacia los muchachos que añoraban la ausencia de su hermano.

Estaban intentando salir de la ciudad, cuando de repente, se chocaron contra una barca mucho más grande y cargada de oro. Era la barca del gobernador y su sirviente, con demás guardias que estaban escapando sin importarles nadie, sólo el oro.

Tauriel y los demás los ignoraron y siguieron su camino. No podían retrasarse.

Saliendo de la ciudad, la barca de los enanos y demás gente con vida en la ciudad, observaron como Smaug volaba hacia arriba chillando de dolor y cayendo ya muerto al agua aplastando la barca del gobernador. Alguien le había clavado una flecha negra en su costado, pero, de momento, no se sabía quién.

Pasadas unas horas, los supervivientes de la Ciudad de Lago montaron un pequeño campamento improvisado, llorando por las pérdidas de sus seres queridos, maldiciendo a la compañía de Thorin Escudo de Roble. Aunque tenían que estar agradecidos de no haber muerto todos.

Legolas había vuelto de su enfrentamiento con Bolgo cansado pero ileso. Buscó a Tauriel temiéndose lo peor, pero pasados unos minutos, por fin la encontró. Estaba ayudando a los ciudadanos que habían sobrevivido al ataque del dragón, a la orilla del Lago Largo. Se dirigió a ella y la dijo:

-Menos mal que estas bien, no sé que habría sido de mí si te hubiera pasado algo malo.

- Lo mismo digo Legolas, perdóname por no haberte seguido pero tenía que ayudarles-Dijo Tauriel mirando como los enanos se preparaban para ir junto con sus otros compañeros a Erebor.

-Será a él…-Añadió Legolas mirando a Kili con desprecio.

-Lo siento, le clavaron una flecha de Morgul en la pierna y si no le llego a tratar, habría muerto.

-Te ordené que vinieras conmigo, y aún así te quedaste con el maldito enano-Legolas se puso tenso y apretó sus puños con fuerza y rabia. Tras esto Tauriel se dio cuenta de que el príncipe estaba celoso de que ella pasara tiempo con el enano. Le ignoró y se dirigió a ayudar a los enanos a preparar su barca.

Cuando los enanos tuvieron todo preparado para partir, Kili se acercó a la elfa:

-Tauriel, no podré nunca agradecerte todo lo que has hecho por mí.

-No tienes que hacerlo. Venga vete, tus amigos aguardan-Respondió Tauriel con una sonrisa.

-Tauriel… ¿te acuerdas de la promesa?-Preguntó Kili mirando a la elfa a los ojos, muy cerca de ella, cogiendo su mano suavemente y dándola una piedra que tenía escritas unas runas.

-Kili…no tienes que darme esto…es tuyo-Respondió Tauriel ahora mirándole a los ojos ella también. Legolas siguió observando la escena con atención.

-Te equivocas….Se lo que siento, no temo a eso...Tauriel…"Amralime"…-Insistió el enano devolviéndola la piedra y diciéndole unas hermosas palabras en élfico. Estaba claro que Kili estaba enamorado de la elfa. Legolas al instante, se dio cuenta del significado de esas palabras. Se puso tenso y nervioso.

-¿Qué significa eso?-Preguntó Tauriel confundida.

-Tú lo sabes mejor que nadie…-Kili le dedicó una sonrisa. Tauriel, se percató de lo que la dijo.

-¡Tauriel! Despídete del enano-Legolas no podía soportar más e interrumpió la conversación entre ella y el enano de cabello oscuro.

-Tauriel, no lo olvides…-Dijo Kili despidiéndose de la elfa y dirigiéndose a la barca con sus amigos, que estaban asombrados.

-Kili….-Dijo Tauriel triste y dejando caer unas lágrimas de sus ojos mientras guardaba la piedra que la había regalado.

Legolas se sentía apartado y dolido, muy dolido.

Legolas y Tauriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora