La gran fiesta

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Mi señor Legolas, siento molestarle. Le están esperando-Dijo el guardia al príncipe mientras este se vestía con una túnica color marrón castaño. Su larga cabellera rubia sólo sostenida por una pequeña corona con zafiros incrustados, que hacían que sobresaltaran sus hermosos ojos azules.

-De acuerdo, voy para allá.

Legolas llegó al gran salón del rey Thranduil bajando las escaleras. Había un montón de asistentes esperándole. Cuando las bajó, todos se callaron mirando al príncipe.

Su padre subió las escaleras y se acercó a él, abrazándole y cogiéndole del hombro izquierdo mientras decía:

-Queremos darte la bienvenida a tu casa, tu hermosa casa donde todos son tratados por igual.

-Aquí está mi heredero, mi hijo, vuestro príncipe. Que sobrevivió a la Batalla de los Cinco Ejércitos…

Mientras Thranduil seguía con su discurso con el objetivo de mostrar a los presentes elfos que era perfecto, Legolas observó entre la multitud a una elfa que se parecía muchísimo a Tauriel. Pensó que era una burda imaginación de su mente y decidió ignorarla.

-Así que sin más dilación, que empiece la fiesta.

Tras esto, todos los presentes siguieron conversando, bebiendo el dulce vino del rey y comiendo los manjares más suculentos de la Tierra Media.

El príncipe bajó de las escaleras y su padre se despidió de él para charlar con los demás presentes.

Legolas se estaba sirviendo un poco de vino, cuando, de nuevo, Thranduil se acercó con un noble elfo de cabello oscuro y de gran linaje:

-Hijo, ya conocerás a Elrond. Ha venido a pasar unos días en el Bosque Negro y ha asistido hoy a la fiesta.

-Maestro Elrond…-Dijo Legolas haciendo una reverencia.

-Me ha contado tu padre que peleas muy bien y que pasaste un año en el norte con los Dúnedain.

-En efecto.

-Y que estas soltero….-Añadió Elrond.

-Ya sé por dónde vais los dos y aunque vuestra hija Arwen sea muy hermosa, yo no la amo y no me casaré con ella.

Thranduil cambió la falsa sonrisa de felicidad por otra de enfado y rabia a la vez que decía:

-No le haga caso Elrond, esta fatigado por el largo viaje y no sabe lo que dice-Dijo el rey llevándose consigo al Medio elfo extrañado y sorprendido.

Cuando su padre se fue, una elfa se acercó por detrás de él y le tapó los ojos con sus cálidas manos a la vez que decía:

-Por fin estas aquí, te echaba de menos.

Legolas se dio la vuelta y si, era Tauriel, su Tauriel. La abrazó con todo su cariño y sus ganas en medio de la fiesta. Era ella, el amor de su vida. Si no hubiera estado en la sala con toda esa gente, incluso la habría besado.

-¡Tauriel! ¡Eres tú! No me lo puedo creer-Dijo Legolas mientras la soltaba lentamente, mirándola de arriba a abajo. Llevaba un vestido de color plata que moldeaba su figura. También llevaba en la cabeza una diadema que sujetaba su hermoso pelo rojo, a la vez que sobresalían sus preciosos labios rosados, sus orejas puntiagudas y su pequeña nariz. Nunca la había visto tan hermosa.

-¿Que has hecho durante todo este tiempo?-Preguntó Legolas a la elfa.

-Me fui a explorar otros lugares en la Tierra Media y hace ocho meses volví aquí, recuperando mi puesto de capitana de la guardia. ¿Por qué te fuiste tan rápido sin decirme nada?

-¿Tengo que contestar a eso?-Dijo Legolas ya un poco ofuscado recordando al enano.

-Legolas, perdóname, eso ya fue el pasado. Era una irresponsable…es que…no sé….no había vivido muchas cosas a lo largo de mi vida, y lo que pasó…fue algo diferente. Te repito que eso ya está olvidado, por favor, no me guardes rencor.

-Tauriel….es que después de tantas cosas juntos….ni me hablaste….ni me miraste….fue algo doloroso para mí.

-Legolas, lo de Kili, fue pasajero. Fue un amor pasajero. El no era el amor de mi vida.

-Tauriel sabes a la perfección y desde hace mucho tiempo, que…

En el momento justo, Thranduil interrumpió la conversación a propósito:

-Legolas, ven conmigo, tenemos que hablar de temas muy importantes-Dijo el rey mientras apartaba a su hijo de la elfa con evidentes signos de desprecio.

Desde hacía mucho tiempo, Tauriel le amaba pero ahora, empezaba a ver las cosas con más claridad. Ese año la hizo reflexionar mucho.

-Todavía sigo sin entender, porque no quieres a Arwen. Le harías un gran favor a tu padre, a tu pueblo…

-Padre, sabes a la perfección que amo a Tauriel. No amaré a nadie más.

-¡Tras todo lo que ha pasado, sigues amando a esa…traidora! ¡Necio! ¡No te ama a ti, sino al enano! ¡Podría desterrarla si quisiera!-Thranduil se puso furioso y sacó toda su rabia contenida durante muchas décadas. Apretó los puños con fuerza.

-Digas lo que digas, nada me hará cambiar de opinión. Ahora sigue falseando con tus amiguitos-Legolas abandonó a su padre y volvió a la fiesta.

Se sentó en un sofá mullido que había en la sala y siguió mirando a Tauriel mientras está conversaba con otros asistentes.

Un elfo rubio, un poco más mayor se sentó junto a él:

-Legolas Hojaverde, por fin volviste.

-¡Haldir de Lothlórien, cuánto tiempo! ¿Qué tal te va viejo amigo?

-Muy bien, Lord Celeborn y Lady Galadriel son grandes soberanos. Cuéntame que tal tú, ¿algo que te preocupe?

-No, nada en especial. La verdad es que después de la guerra, estamos mejor que antes.

-¿Sólo eso?

-¿Qué quieres que te diga?

-Venga, no te hagas el tonto. Sé que estas enamorado de esa elfa pelirroja. Hasta el más tonto de los enanos se daría cuenta. ¿Qué es lo que te preocupa de ella?

-Bueno…es que llevo tanto tiempo detrás suya, y han pasado tantas cosas….que temo perderla otra vez…..pero para siempre.

-¿Y a qué esperas?

-No la puedo decir nada de eso, al menos delante de mi padre y sus amiguetes….

-Llévatela a un lugar apartado de toda esta gente dónde sólo conozcáis tú y ella. Y hazlo ahora, esta noche, es el momento perfecto ahora que tu padre está ocupado.

-A lo mejor tienes razón…si…. ¿Por qué no? Ya basta de esperar. Muchas gracias viejo amigo, nos veremos pronto.

Los dos elfos se despidieron. Legolas se dirigió hacia Tauriel con paso acelerado.

-Tauriel, necesito que vengas conmigo, ¿me acompañas?

-¿Ahora? esta bien, pero ¿a dónde?

-Tú sígueme.

Legolas y Tauriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora