"Namarië"

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-No, no es cierto….-Dijo una Tauriel resignada.

-Sí lo es, me he presentado voluntario….

-¿Por qué lo has hecho?

-No lo sé, estoy confuso. Perdóname.….-Dijo Legolas acercando su mano al rostro de su compañera.

-No me toques-Respondió Tauriel apartándole la mano y saliendo bruscamente y a paso acelerado de la sala. Todos los allí presentes se quedaron mirándoles.

-Lo siento amigo…-Se dirigió Aragorn a Legolas mientras éste intentaba aparentar normalidad. Pero no podía. Pronto sus lágrimas bañaron sus suaves mejillas, mostrando un gesto claro de tristeza y frustración.

-Gracias Aragorn…..ahora me tengo que ir…..-El elfo también intentó salir del comedor, pero su amigo le detuvo.

-No te lo aconsejaría, se mucho de mujeres y más de elfas……Es mejor que la dejes llorar y cicatrizar a solas.

Legolas no comió ni bebió nada durante esa comida. Cuando terminó y todas las personas salieron de allí para reposar o recorrer Rivendel, el elfo fue el único que se quedó allí, en silencio, con sus pensamientos. Él sabía que ese viaje podía significar muchas cosas buenas, pero también muchas otras malas, como la muerte. Algo le decía en su corazón que debía ir, que debía embarcarse en esa aventura, por muy peligrosa que fuera. Pero por otro lado, sabía que no debía dejar a Tauriel sola, ahora que por fin eran felices.

Mientras, Tauriel también hacía lo mismo, en sus pensamientos. Tumbada en la cama, ya se imaginaba muchas cosas, y una de ellas acompañarle a esa gran aventura. Aunque esa aventura significara la muerte y la destrucción del mundo tal y como lo conoce. Estaba rabiosa y enfadada porque Legolas tomó ese camino sin consultarla nada, como si no le importara su opinión.

De repente, alguien llamó a la puerta. Era él, su elfo, Legolas. Se sentó junto a ella y la habló.

-Tauriel, se que estas enfadada pero….me necesitan para este viaje….y yo necesito una nueva aventura en mi vida…..

-Ah, es eso. Es que tu vida es muy aburrida, sobre todo conmigo….

-No, nada eso. Tauriel, contigo me siento vivo. Cada vez que estoy a tu lado, duermo a tu lado, como a tu lado…..es una profunda satisfacción para mí-Había mucha sinceridad en las palabras del nuevo miembro de la compañía del anillo. Era increíble, como con el paso de los años, el amor que Legolas procesaba a su prometida. Nunca he visto a nadie amar tanto a otra persona. Era tanto increíble como maravilloso.

- Yo también te amo con toda mi vida y nunca me separaría de ti…..pero quiero ir contigo…..dejarme ser vuestra décima compañera.

-No Tauriel, esta vez no….No lo permitiría.

-¿Por qué no? Yo quiero estar contigo.

-Lo sé, pero no puedo permitir que estés en peligro. Muchos orcos, demonios, batallas y cosas malas acechan en este viaje y yo no podría soportar que tú estuvieras involucrada en todo eso.

Tauriel se tumbó en la cama, dando la espalda a Legolas y arropándose con las mantas de la cama.

-¿No vas a cenar?

-No.

-Tauriel….

-No hables. Ya has hecho suficiente.

Tauriel sentía una frustración enorme, nunca había estado tan enfadada con alguien, y menos con él. Legolas tampoco salió de la habitación hasta la mañana siguiente. Se quedaron en la cama los dos juntos, sin hablarse, tristes y enfadados. El príncipe se arrepintió de la decisión que tomó, pero no podía quedarse de brazos cruzados….Quería una Tierra Media libre y tranquila, junto a ella.

Ya por la mañana, mientras Legolas se preparaba y Tauriel esperaba en la puerta sur donde estaba reunida toda la compañía, Aragorn avisó al elfo:

-Legolas, venga nos tenemos que ir. Estamos todos preparados.

-De acuerdo. Me tengo que vestir bien-Decía el príncipe mientras cogía su largo arco con un gran carcag, reposándolos en su espalda.

Los dos amigos se dirigieron a la puerta dónde había mucha gente reunida, para despedirles.

Legolas se acercó a Tauriel antes de que Elrond les hablara.

-Lo siento….

-No, perdóname tú a mí. Me he portado como una inmadura. Adelante, tus amigos aguardan.

Los dos se dieron la vuelta, apartándose el uno del otro. Pero el corazón les habló en ese momento. Les ordenó que parasen, que recapacitaran. Dieron media vuelta a la vez. Y a paso acelerado se dieron un largo abrazo llorando a lágrima viva ante los ojos de los allí presentes.

-Te voy a echar mucho de menos, mi estrella….

-Yo también a ti Legolas……

-Me voy más tranquilo si me prometes que te dirigirás al reino del Bosque y no te moverás de allí. Mi padre te protegerá, se que lo hará.

-Te lo prometo….Pero prométeme tú algo…

-¿Qué?

Al instante, Tauriel cogió la mano de Legolas y le dio un largo colgante blanco con una joya blanca en el medio.

-Tráemelo de vuelta.

-No puedes darme esto…. Era de tu madre. El único recuerdo que conservas de ella.

-Dárselo a quien quiero es mi privilegio……Mi corazón es tuyo.

Al instante los dos se fundieron en un largo y apasionado beso, mientras lloraban y se abrazaban. Cuando terminaron, Legolas se dirigió a su puesto, lentamente, con los hombros y la cabeza gacha, junto a los demás miembros de la compañía.

Elrond apareció:

-Ni juramentos ni ataduras os obligan a hacer tal misión. Adelante, cumplid con vuestro propósito. Y que todas las bendiciones de elfos, hombres y los pueblos libres….os acompañen….

Mientras los nueve compañeros salían de la puerta, Legolas y Tauriel se miraron mutuamente. Los dos se despidieron finalmente a la distancia, armando su brazo derecho y ahondándolo en su corazón.

Tauriel murmuró entre lágrimas:

-Vuelve conmigo.

Legolas y Tauriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora