Tristes despedidas

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Al escuchar esto, Legolas se quedó sin palabras, sin aire en el pulmón y hasta sintió un fuerte pinchazo en el fondo de su corazón. El elfo se sentó en el sillón con la mirada perdida y sin dirigir a nadie la palabra. No podía ser, su mejor amigo muerto. Tarde o temprano, era lo que iba a ocurrir. ¿Qué esperaba, que Aragorn viviera para siempre? No, el no tenía el don de la longeva vida como los elfos. Tras muchos años y muchas cosas juntos, le había perdido, para siempre. Sus amigos, conocidos y familiares eran ya tan escasos que hasta se podían contar con los dedos de una sola mano.

-Lo siento de verdad-Respondió Tauriel abrazando y besando a Arwen mientras esta lloraba en sus hombros.

-Mi vida sin él, ya no tiene sentido. Elegí una vida mortal junto a él.

-Lo siento mucho de verás. Ya sabes que aquí nos tienes para lo que haga falta. Tenemos otra cama en el dormitorio de Athael, podrías….

-Tauriel….Gracias por todo el cariño que nos habéis dado. Nunca os olvidaré. Ahora me iré.

-¿A dónde irás?

-A Lothlórien, donde nos conocimos. El mismo lugar en el que mi corazón fue presa de él. Esperaré allí a mi muerte.

-No digas tonterías. Tu hijo te necesita.

-Eldárion sabe cuidarse sólo. Ya es mayor y será un gran rey con una gran familia. Ya me he despedido de él.

-Arwen….

 -Tauriel, ya nada puedes hacer.

La bella elfa pelirroja no tuvo tampoco palabras para continuar, sólo sentía tristeza y amargura. Antes de irse, Arwen finalizó:

-Dile a Legolas que Aragorn, en su lecho de muerte, dijo que nunca tuvo un amigo cómo el…..que le guardaría en su memoria y sería recordado para siempre entre la gente de la Tierra Media…….para siempre.

Tras decir esto, Arwen besó a Tauriel en la frente, dulcemente y se alejó a galope tendido en su magnífico corcel blanco.

Tauriel cerró la puerta y se sentó junto a Legolas en el sillón, arropándole con sus brazos.

-No sabes cuánto lo siento, amor….

-Algún día tenía que pasar….he perdido a un montón de amigos durante estos últimos años: Haldir, Frodo, Gandalf, Celeborn…..pero ninguno me hizo sentirme culpable de sus muertes o despedidas como lo ha hecho Aragorn……

-No, no, no. Tú no tienes la culpa de eso Legolas. Pasó lo que tenía que pasar. A todos nos llega la muerte. A unos más pronto y a otros más tarde.

-Supongo que tienes razón. Menos mal que os tengo a vosotros, mi estrella.

-Por supuesto que sí. Siempre estaremos contigo.

De repente, Athael entró en casa.

-¿Qué os pasa? Madre, ¿por qué llora padre?

-El rey Elessar ha muerto y era gran amigo íntimo de tu padre.

-Lo siento mucho…..yo…

Al instante, interrumpiendo al hijo de Tauriel, alguien llamó a la puerta de nuevo.

-¿Pero quién es ahora?-Preguntó Athael sorprendido.

-No lo sé, abre la puerta-Ordenó Tauriel.

Athael abrió la puerta y sin decir nada, Gimli hijo de Glóin entró en el salón con paso firme y decidido, diciendo:

-Madre mía que alto estas ya, elfito.

-Hola, a ti también Gimli……-Respondió Athael con cara de indiferencia.

-¿Os habéis enterado no?

-Ahora mismo…. ¿Cómo es que te has enterado antes que nosotros?-Respondió Tauriel acercándose al enano.

-Porque cuando Aragorn estaba moribundo, yo me encontraba esa semana en Minas Tirith de visita. Que amarga noticia, le voy a echar mucho de menos….Algún día tenía que pasar.

-Ya. Bueno ¿has venido sólo a eso?-Preguntó Athael tumbándose en el sofá.

-Muchacho, como seas tan directo con las mujeres, te va a ir mal.

-Pues anda que a ti.

-¡Basta! Parecéis niños pequeños. Gimli, dime ¿Qué pasa?

-Mi señora, sólo venía para estar con Legolas y haceros compañía. Pero también a deciros que…..

-¿Qué?-Preguntó de nuevo Athael.

-Me voy a los Puertos Grises, más allá del gran mar. Para no volver….

-¿Por qué?-Replicó Legolas exaltado y ya recobrando el raciocinio.

-Ya nada queda aquí para mí, sólo muerte….

-No me digas eso, por favor, era lo que me faltaba-Respondió Legolas.

-Y además…..Samsagaz Gamyi también lo hará. Concretamente, dentro de dos días al alba, igual que yo.

-No puede ser. Sam tiene familia en la Comarca y una mujer que le quiere muchísimo-Replicó Tauriel incrédula antes las numerosas despedidas que estaba presenciando esa tarde.

-Rosita Coto ha muerto y sus hijos ya son mayores y no le necesitan. Ya lo tiene decidido.

-No te vayas Gimli. No abandones la Tierra Media…..-Reclamó el elfo rubio desolado y aturdido.

-Lo haré pero quiero que vengáis conmigo.

-No puedo….quiero decir…..tengo familia aquí y….

-Legolas……sabes que yo siempre estaré a tu lado. Si te quieres ir, iré contigo-Respondió Tauriel todavía más asombrada y nerviosa.

-Yo……es una decisión difícil…..he vivido siempre aquí y….

-La compañía se ha disuelto, unos yéndose a Valinor y otros pereciendo en batalla. Tu padre se ha ido también, al igual que casi todos los elfos de esta tierra, y dentro de muy poco, todos lo harán. ¿Por qué? Esta ya no es nuestra era. La Cuarta Edad pertenece a los Hombres. Me quedaré contigo o me iré junto a ti, al igual que Athael. Decidas lo que decidas, te apoyaré, mi amor-Dijo Tauriel besando a Legolas apasionadamente mientras Gimli y Athael los observaban.

-Gracias Tauriel, te amo. Gimli, necesito tiempo para pensarlo….mañana por la mañana te lo diré sin falta.

-De acuerdo.

-Mientras, dormirás en la habitación de Athael-Ordenó Tauriel indicando el camino al maestro enano.

-Pero mamá….

-¿Si no dónde va a dormir? Además tu cuarto es muy grande y hay suficiente espacio para una cama más.

-Es que ronca….

-Déjate de excusas. Es una noche.

Tras una larga noche en la que Legolas no pudo pegar ojo, sólo de pensar en la muerte de Aragorn y en la decisión que tenía que elegir, no sólo por él, sino por su familia, el elfo no durmió cómodo en su colchón.

Ya por la mañana, mientras desayunaban, Legolas murmuró al oído de Tauriel:

-¿Tú que deseas?

-Tus deseos son los míos, Legolas.

-Pues…..ya he decidido.

-Os estoy oyendo, madre-Respondió Athael mostrando una pícara sonrisa.

-¿Y bien?-Preguntó Gimli con la boca llena de comida.

-Ha sido difícil pero…..Iremos a los Puertos Grises.

Legolas y Tauriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora